domingo, 24 noviembre 2024
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Larenses con ojo científico para descubrir asteroides

Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.- Lo llaman el pequeño científico y el niño NASA, apodos que se ganó Miguel Rojas luego que el 14 de diciembre de 2021 recibiera una certificación de la Unión Astronómica Internacional (IAU), tras haber descubierto el asteroide 2021 GG40, al participar en el Proyecto Internacional de Búsqueda de Asteroides (IASC), que en Venezuela coordina la Asociación Larense de Astronomía (ALDA).

Esta asociación civil en Lara, de 37 años de fundada desde 2012 ha logrado 79 descubrimientos provisionales de cuerpos celestes rocosos, que han sido reconocidos internacionalmente. Lo que representa una hazaña para el avance del estudio científico venezolano, porque los hallazgos los hacen niños a partir de los 12 años, jóvenes y adultos.

Miguel tiene 13 años y cursa primer año de bachillerato en el Colegio Rioclaro de Barquisimeto. Llegó a este proyecto en 2020 de la mano del Programa Órbita CI 130, que pertenece a la Fundación Motores por la Paz en Venezuela, que se encarga de incentivar a niños con alto coeficiente intelectual como él a desarrollar el pensamiento científico. Esta organización colabora con ALDA en la campaña de búsqueda de asteroides.

Los únicos equipos indispensables para dar con un asteroide desde Venezuela, es contar con una computadora e internet.

«La campaña consiste en que un telescopio que está en Hawái, que se llama Pan-STARRS, va tomando fotografías de un lugar del sistema solar que tiene muchos asteroides que se encuentra entre las órbitas de Marte y Júpiter, y desde mi computadora debo descargar esas imágenes, analizarlas, y todos los asteroides ya conocidos y los posiblemente nuevos los coloco en un reporte nuevo, el cual le envío a unos astrónomos. Estos astrónomos determinan si en mi reporte hay un posible nuevo asteroide o no. En caso de que lo haya se convierte en un descubrimiento preliminar, para luego estar en manos de observatorios en todo el mundo que analizan esa región en el cielo, y si todos ven ese asteroide, todos coinciden, se certifica, se identifica y se reconoce», dice Miguel.

Esta iniciativa de colaboración astronómica la lidera la Universidad de Ávila en Texas, en Estados Unidos y el Pan-Starrs University de Hawái.

Sueño en proceso

«Me gustaría trabajar en la NASA o en SpaceX (una empresa de fabricación aeroespacial y de servicios de transporte espacial con sede en California creada por el magnate Elon Musk)», expresa el pequeño científico, que tiene claro que su propósito en la vida es dejar huella en la humanidad.

«Mi sueño es formar parte de aquellas personas que generan un cambio en el mundo contribuyendo a la sociedad con aportes y hechos de carácter científico y tecnológico, para ayudar a acelerar el desarrollo de la exploración espacial y para una vida sustentable en otros cuerpos celestes del sistema solar. Desarrollando habilidades que puedan acelerar la transición de la humanidad a una especie multiplanetaria, para reducir nuestras probabilidades de extinción», comenta el genio luego de sacar unos minutos de su apretada agenda para la entrevista exclusiva a La Prensa.

A diario se levanta a las seis de la mañana para ir al colegio, cumpliendo un horario hasta las dos de la tarde. A las 3:00 pm tiene clases de inglés, francés, astronomía, ciencia planetaria y se mantiene en forma practicando tenis y boxeo.

Su madre, la ingeniero Mary La Rosa Ramos, comenta que ni los fines de semana Miguel deja de estudiar. «No ha tenido sobreestimulación sobre lo que él sabe. Él es autodidacta, nosotros como padres lo que hemos hecho es apoyarlo con los recursos que podemos tener disponibles, como libros e Internet y escucharlo porque son temas distintos los que a él le gusta hablar», expresa orgullosa.

La inclinación del niño por descubrir el universo comenzó a los dos años, cuando se empeñó en entender cómo se habían extinguido los dinosaurios. A los tres años ya era capaz de leer enciclopedias de astronomía Atlas del Cielo. Los libros que son considerados como legado científico para la humanidad de Stephen Hawking son sus favoritos. A los cuatro años leyó el cuento la Clave Secreta del Universo, que Hawking escribió junto a su hija Lucy, y actualmente lee Agujeros Negros y Tiempo Curvo.

Además de seguir preparándose, Miguel tiene una meta a corto plazo, visitar el Centro espacial John F. Kennedy en Florida, donde están las principales oficinas de la NASA y a mediano plazo quiere conseguir una beca para estudiar ingeniería aeroespacial, al señalar que es la carrera del futuro.

Maestro de ciencia

David Oviedo es otro ilustre barquisimetano, que en su haber ha descubierto cinco asteroides. A los 12 años ubicó el primero que fue certificado internacionalmente como 2012 XT154.

Cuando estaba estudiando tercer año en el colegio Rosa y Carolina Agazzi, sus conocimientos eran tan avanzados que sus profesores le insistieron en que aplicara para el Proceso de Aceleración de Aprendizaje del Ministerio de Educación, cursó exámenes por un mes logrando eximir cuarto y quinto año.

«Me gradué a los 14 años del liceo, pero el Ministerio se tardó un año para darme el título de bachiller. En ese tiempo asistía como oyente a las carreras de física y química en la Universidad de Los Andes (ULA), hasta que en 2016 pude inscribirme en la UCLA en Licenciatura en Física, estoy en el octavo semestre», dice el joven Oviedo, de 21 años, que no se ha graduado por los retrasos que han generado los paros en la universidad y la pandemia.

David conoce a Miguel Rojas porque él fue quien lo ayudó a entrar en el Programa Órbita CI 130. Actualmente es tutor de esta organización impartiendo las materias de ciencias especiales e inicio a la astronomía.

«Fue una experiencia grata el poder descubrir un asteroide, pero aquí lo que está detrás es una labor de ciencia ciudadana, cómo se integran aficionados de todo el mundo para hacer trabajo profesional astronómico. Esto permite a personas que no tienen el estudio o la profesionalización hacer investigación de vanguardia», apuntó.

Sostiene que para estudiar los asteroides no se necesitan grandes equipos. «Las imágenes que se reciben de un telescopio en Hawái se descargan en un programa que se llama Astrométrica. Nosotros hacemos análisis de datos de las imágenes que nos envían. En mi caso, me toma aproximadamente una o dos horas el cubrir un envío de paquetes que son cinco o seis set de imágenes. Quienes inicien en la campaña pueden tardar más tiempo. Lo más importante es que esto no es una labor individual», expresó quien es coordinador del programa de búsquedas de asteroides en Venezuela y representante de la junta directiva de la Asociación Larense de Astronomía (ALDA).

«Mi cruzada personal es tratar de apostar a la educación porque con la divulgación de la ciencia estamos inspirando a otros jóvenes para que se preparen en una carrera científica», mencionó Oviedo, quien sabe hablar inglés, francés e italiano.

Quiere optar a una maestría en una universidad extranjera, y en un futuro aplicar a un programa espacial de investigación de ciencias planetarias. «Quiero llegar a la NASA, o cualquier agencia de observación espacial, como la Agencia Espacial Europea, la Agencia Espacial China o Roscosmos de Rusia.

Labor invaluable

Jesús Guerrero, secretario general de ALDA, explicó que esta organización hace visitas a colegios de primaria, secundaria y universidades para que más jóvenes se integren al programa de búsqueda de asteroides que conecta a más de 70 países del mundo. «La astronomía es la ciencia integral que engloba casi todo el conocimiento humano», afirma.

Los requisitos para participar es tener el interés de aprender astronomía, ser responsable y contar con una computadora. «Los participantes tienen que cursar un taller para aprender a descargar y analizar las imágenes enviadas desde un telescopio de sondeo panorámico. La campaña este año inicia el 29 de marzo hasta abril, en septiembre hasta octubre y de noviembre a diciembre», recalcó.

Un guaro de talla internacional

El 6 de enero de 2022, el larense Humberto Campins fue designado asesor en materia espacial del Departamento de Estado del gobierno de Joe Biden, en Estados Unidos, tras ser nombrado integrante del Jefferson Science Fellows.

Campins es científico planetario y profesor de la Universidad Central de Florida. Formó parte de la misión Osiris REx de la NASA, que actualmente se dirige a la Tierra con la muestra de un asteroide primitivo, así como también integró el equipo que en 2010 consiguió hielo y moléculas orgánicas en uno de estos cuerpos espaciales.

El programa Jefferson Science Fellows está diseñado para desarrollar aún más la capacidad de experiencia en ciencia, tecnología e ingeniería dentro del Departamento de Estado de los EE. UU. y la Agencia de los EE. UU. para el Desarrollo Internacional (Usaid). Este programa beca anualmente hasta 15 profesores que considera entre los más distinguidos en todo Estados Unidos.

«La beca Jefferson es un gran honor para mí. Estoy emocionado y afortunado de tener la oportunidad de contribuir a nuestra nación y traer esa experiencia de regreso a UCF», manifestó el destacado científico tras conocer la noticia, según reseñan medios de comunicación nacional.

Ha trabajado en observatorios de todo el mundo, incluyendo los de Arizona, Chile, Francia, Hawái, España y el Vaticano. Es investigador principal en el proyecto del telescopio espacial Hubble, para estudiar cometas inactivos y científico principal en Lunar and Planetary Laboratory de la Universidad de Arizona. También ha colaborado con la Agencia Espacial Europea y tiene un premio del Centro NASA–AMES por logros científicos de 1987.

Nació en Barquisimeto en 1954. En Caracas se graduó de bachiller en el colegio Santo Tomás de Villanueva en 1973. Ingresó a la Universidad Simón Bolívar y cursó el ciclo básico entre los años 1972 y 1973, posteriormente obtuvo una Licenciatura en Astronomía en la Universidad de Kansas, EE. UU., en 1977.

Un asteroide lleva su apellido, el cual fue designado así por la Unión Astronómica Internacional en 1987.

 

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