En las calles de Barquisimeto, y en toda Venezuela, la informalidad se ha convertido en el refugio de miles de personas que día a día luchan por llevar el sustento a sus hogares. Carretilleros, limpiadoras de casas, albañiles y una infinidad de oficios no regulados componen un paisaje laboral en el que la inventiva y la necesidad se entrelazan.
La socióloga, Carmen Sequea, explica que la inserción de personas en este campo es para resolver solo lo básico de sus hogares y enfatiza que incluso dentro de estos empleos informales se encuentran profesionales con formación académica. «Es un problema económico en el que no hay oportunidad de superación», sentencia la especialista, señalando que se trata de un ciclo de subsistencia.
La crisis económica impulsa la proliferación de empleos informales y emprendimientos en Lara
Por su parte, el sociólogo, Dioni Salas, destaca que la necesidad económica es el motor principal que impulsa a los actores sociales a buscar formas de sobrevivir. La saturación de los campos laborales tradicionales ha propiciado la aparición de emprendimientos y de labores no formales.
Juan Mujica, un carretillero que se instala a diario en el antiguo Manteco, explica que «a diario puedo llegar a ganar 15 dólares, ya que cada flete sale en un dólar», revelando que esta labor le permite llevar el sustento a su hogar. La misma situación se repite con Fernando Álvarez, también carretillero. Álvarez confiesa que gana más en la informalidad que como obrero educacional. Las personas afirman que en el trabajo informal, a pesar de no gozar con una seguridad social, pueden devengar para cubrir las necesidades diarias de sus familias.
