El boom de la comida callejera que se vivió a partir del año 1960 en Barquisimeto, trascendió de las areperas o fuentes de soda y a partir de finales de 1970 tuvo el protagonismo con la empanada de pabellón y el pepito. Ambos comparten sus orígenes como patrimonio familiar y producto de las inquietudes por reinventarse entre las tentativas opciones que se ofrecían para ese momento, ante la vida nocturna en la ciudad crepuscular.
Lo más admirable es que a poco para cumplir sus 50 años de romper esquemas, los esposos Oscar y Teresa de Castellanos se mantienen con la preparación de la suculenta empanada de pabellón, un pilar que cobra fuerza con la colaboración de sus hijos. Además que mantienen esa agradable atención y recibimiento tan familiar, tal como en sus inicios en la carrera 17 entre calles 27 y 28.
Desde 2023, sus clientes tienen la oportunidad de degustar de “Las empanadas de Oscar y Teresita”, en su propia casa ubicada en la calle 37 con esquina de la carrera 16. Ofrecen varios tipos, pero la más solicitada es la que resume al plato nacional en una gran empanada.
“¡Dios ha estado en medio, así como la sazón de Tere!”, exclama Oscar mientras sujeta fuerte la mano de su compañera de vida, quien está atravesando por un problema de salud; sin embargo, sigue supervisando que se mantenga la misma calidad, tal como le ha explicado a sus cuatro hijos, pero principalmente a María Inmaculada y María Fernanda, quienes los acompañan en casa. No es un capricho porque representa el amor por un oficio que les permitió levantar a su familia.
Con satisfacción cuentan que llegaron a enviar pedidos para el desayuno del presidente, Luis Herrera Campins, en sus viajes a Barquisimeto. También atendieron a Valentina Quintero en sus recorridos de turismo, y celebridades como los cantantes Simón Díaz y Colina, reconocidos animadores, jugadores y hasta directivos del equipo Cardenales de Lara. La Orden Juan Jacinto Lara, en su tercera clase conferida en 2013, es una de sus más reconocidas distinciones.
Sienten el orgullo de ser parte de la historia de esta ciudad y aunque actualmente la dinámica diaria cambió, debido a los quebrantos de Teresita, se mantienen abiertos de martes a sábado, trabajando hasta mediodía.
“Hemos vivido de las empanadas, cuidando que las caraotas sean blanditas y bien espesas, así como bien aliñadas. Cuidando cada detalle, hasta la cantidad necesaria de sal”, indica Teresa, mientras su hija amasa muy bien —para no dejar grumos—, deja la base término medio para evitar que se derrame el relleno. Coloca dos cucharadas de caraotas, queso rallado, dos tajadas y sella cuidadosamente con la carne mechada. El aceite lo cambian a diario y se sofríe hasta quedar bien dorada.
Los comensales las degustan con picante o con suero aliñado con cebollín picado mínimo y ají dulce. Oscar y Teresita no saben de obstáculos ni siquiera la pandemia por covid-19 pudo detenerlos y se sienten muy complacidos por seguir dando sus testimonios de constancia.
Cuando la línea del tiempo se traslada hacia el pepito, se ubica en el 25 de noviembre de 1983, con la propuesta de Pepe Freire y los hermanos Roger y César Matute. Este trío pensó en trascender más allá de las hamburguesas y le dieron forma a un sándwich especial. Lo llamaron “Matador” porque Freire era español y novillero, además que coincidía con ese nivel de superioridad frente a las tradicionales opciones.
En la actualidad, se encuentra trabajando César Matute en la vereda 12 con calles 3 y 4 de Bararida, frente a su casa con el chef Carlos García y con el apoyo de su esposa Julia Puertas. Freire falleció y su hermano tiene otro oficio, aunque eventualmente se dedica a la comida rápida.
El trato de Matute, quien también es docente y cultor, es muy coloquial y de una conversación muy fluida, incluso para comensales por primera vez. Ese “Matador” contenía 80 gramos de carne, tocineta, queso amarillo y queso blanco de lonja, lechuga y tomate. Cumplían tanto con la higiene, que en el año 1993 restringieron el uso de vegetales en establecimiento.
Siempre ha usado el corte de ganso y solamente le añade un poco de salsa inglesa con sal, para degustar es el sabor de la carne y no de los condimentos. “La carne tiene un gusto propio y es divino”, señala recordando que inicialmente colocaban el bistec sin cortar, pero luego cambiaron y lo colocaron en trocitos. El pan campesino para mantener la calidad sigue siendo de una reconocida panadería del este de Barquisimeto.
Recuerda que el pepito ha evolucionado, incluyendo las papas naturales y hasta aquellos gourmet, con más especias, y gratinados. De allí, que los precios se ajustan al tradicional, mixto y gourmet.
Su “Matador” es uno de los más solicitados en su carta, la cual actualmente ofrece 28 tipos de pepito identificados con términos taurinos, tal cual como sus orígenes. En esa larga lista figuran Manoletilla (bictec, pollo, chuleta ahumada, chorizo y 3 huevos en tortilla en un pan campesino), Monumental ( bistec, pollo, chuleta ahumada y chorizo en un pan campesino), Puerta de Gallola (bistec, chorizo y 2 huevos en tortilla en medio pan campesino), Torero (tocineta, queso, jamón, papas ralladas y pecorino en ½ pan campesino), entre otros.
Matute y su chef Carlos García despiertan los sentidos de los comensales, mientras esperan por sus pedidos. El aroma de la carne se esparce por todo el ambiente mientras cocinan, luego la llevan al pan y complementan de acuerdo al pepito solicitado.
Estos cuarenta años de experiencia encierran gratamente su participación el 13 de enero de 2023, en el pepito más grande del mundo y que junto al resto de compañeros, lo prepararon de 109 metros. En 2023, repitieron la hazaña, pero con una extensión de 120,38.
Ese “Matador” ya no está solo y forma parte de los 28 pepitos que ofrece Matute, junto a la posibilidad de escoger entre las 18 salsas preparadas en casa, siendo la de orégano de su autoría.
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