William Croes | LA PRENSA.- En los últimos meses han proliferado las personas que se detienen en un montón de bolsas apiladas en una esquina. Las destapan en busca de restos de alimentos para comer y saciar el hambre. Esta actividad, cada vez más frecuente en la ciudad, genera reguera de la basura y multiplica el trabajo de las cuadrillas de Imaubar.
Los puntos de reguera más críticos están ubicados en el centro de la ciudad y en zonas del este donde se concentran diversos restaurantes y comercios de comida rápida. Las personas que hurgan entre la basura destapan o rompen las bolsas y sacan todo lo que hay adentro en busca de algo con lo que puedan mitigar el hambre.
“Muchos rompen las bolsas y dejan todo regado. Lo que representa una doble tarea al momento de recolección porque no basta con arrojar las bolsas negras al compactador, sino que también debe pasar una cuadrilla para barrer la reguera de las aceras”, expresa Miguel Rojas, presidente de Imaubar.
Esta nueva actividad, que es un indicador de que en el país hay pobreza extrema, le genera un costo importante al municipio que tiene que redoblar la cantidad de personas en dichos puntos para mantener la ciudad lo más limpia posible, pero también se traduce en la utilización de más bolsas negras y (horas – hombre) que se
traduce en pasivos laborales.
Rojas denuncia que otro de los problemas que están teniendo con las personas que escarban entre la basura es que agarran las bolsas negras, le desatan con mucho cuidado el nudo, las vacían y se las llevan para posteriormente venderlas.
“Hemos recogido denuncias de personas que han visto cómo se llevan las bolsas para luego venderlas a 350 bolívares cada una”, expresa Rojas.
Como una medida para contrarrestar ambas prácticas que alteran un buen desenvolvimiento, desde Imaubar se ha tomado la tarea de recoger lo más pronto posible las bolsas y así evitar que las personas las abran y revisen.