Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.- En la casa de bahareque de Patricia Pérez, de 20 años de edad, ubicada en una invasión de El Manzano, al sur de Barquisimeto, llevan más de 20 meses sin comer carne roja. Su hija, nacida hace año y medio, no ha probado nunca un pedazo de bistec o carne molida. Su alimentación se basa exclusivamente en los productos que trae la bolsa CLAP, que rinden para ocho miembros de su familia.
A Patricia se le marca la espina dorsal y las costillas. Afirma pesar 40 kilos y medir 1.70 centímetros de estatura, y su hija aunque sonríe y juega como cualquier otro niño de su edad tiene hinchada la barriga, las piernitas y brazos los tiene muy delgados. Características físicas que definen a una niña con kwashiorkor, una enfermedad nutricional que da por la carencia total de proteínas en el cuerpo por un prolongado período de tiempo. El 19 de agosto en un foro, Susana Raffalli, nutricionista especializada en gestión de seguridad alimentaria, informó que el 35 por ciento de los niños de 0 a 5 años en Venezuela presentan déficit de crecimiento por no consumir proteína animal.
«Los niños de 0 a 5 años con retardo de crecimiento subieron de 11 a 35% en todo el país. 35% de los niños con retardo de crecimiento es brutal. Es una cosa sumamente preocupante. Estamos de segundos después de Guatemala, y Guatemala es el cuarto del mundo… Estos no son niños con hambre, no tienen desnutrición aguda, pero son hijos del mal comer; es el hijo de la caja CLAP, del aceite, del arroz, de la lenteja. Es el niño que no ha comido una proteína fuente de hierro en sus dos o tres años de vida, o nació ya con retardo del crecimiento», exclamó Raffalli, quien además es investigadora de la ONG católica Cáritas de Venezuela.
La familia de Patricia vive en carne propia esta reveladora cifra estadística. La bolsa CLAP le alcanza para dos semanas de alimentación. Los primeros días los menores de edad en ese hogar comen tres veces al día y los adultos dos comidas diarias. «De desayuno comemos arepa sin nada. Cuando mi esposo trabaja es que podemos echarle mantequilla. Para el almuerzo comemos arroz preparado con aliños, y cuando mi mamá me ayuda lo acompañamos con caraotas o lentejas. De cena volvemos a comer arepa sola», relató la ama de casa.
La bolsa también trae pasta y una lata de sardinas. Según comentó, los únicos días que prueban la proteína animal es cuando los CLAP venden un combo que trae un pollo y les cuesta 10 bolívares, que les llega cada dos meses.
Según Marianella Herrera, médico nutricionista e investigadora del Observatorio Venezolano de Seguridad Alimentaria y Nutrición, cuando un niño de cero a dos años tiene retardo de crecimiento su desnutrición viene desde el útero.
El pediatra Huniades Urbina, secretario general de la Academia Nacional de Medicina, sostiene que las proteínas son la gasolina del cuerpo humano. «Cuando un muchachito se va acostumbrando a no comer carnes, lácteos, huevos, va perdiendo peso, aportes calóricos, deja de ganar talla, es decir, si tiene 12 años parece de 9, eso tiene una consecuencia fatal para su organismo porque disminuye su sistema inmunitario. Los niños desnutridos crónicos llegan a una pubertad tardía y lo que vamos a tener en un futuro son adultos más pequeños, sin capacidad de raciocinio y dificultades de aprendizaje», mencionó.
Los primeros mil días de vida de un niño son los más importantes porque requieren de especial cuidado en su alimentación. En ese período es cuando se desarrolla el cerebro. Así lo explicó Mariela Conde, pediatra y nutriólogo clínico. «Una generación con talla baja, con hipocrecimiento presenta problemas orgánicos. Los niños con este nivel de desnutrición pueden sufrir enfermedades renales, diabetes, diarreas crónicas o hasta cáncer», advirtió.
Argumenta que el problema de la desnutrición infantil en Venezuela es multifactorial. Uno de los problemas es que las políticas públicas de ayudas sociales del Gobierno para las familias más pobres del país no distribuye alimentos balanceados, son carbohidratos que aportan calorías vacías al organismo. Además, fallan en la frecuencia de distribución y en la cantidad. La doctora Conde precisa que si en un grupo familiar hay un niño con una enfermedad crónica, este debería ser beneficiado con el doble de esa bolsa CLAP, algo que no toma en cuenta el oficialismo.
La desnutrición también la puede impulsar la falta de agua potable. En el caserío donde habita Patricia no existe un sistema de agua por tubería, ellos deben caminar kilómetros para recabar agua que terminan almacenando en envases insalubres. El agua con mala calidad genera problemas gastrointestinales en los niños desnutridos. Estas comunidades sufren la falta de electricidad que les impide conservar los alimentos en una nevera y carecen de gas doméstico.
Otro problema es el bajo poder adquisitivo que tienen estas familias. Al tener un bajo grado educativo los empleos que consiguen no les alcanza para cubrir la canasta alimentaria que vale 470 dólares.
Cifras en Lara
Datos de la organización Cáritas Barquisimeto, señalan que en algunas comunidades pobres de Lara los niveles de desnutrición aguda, que significa delgadez por la pérdida reciente de peso, se ubican en 62%. De acuerdo con la doctora Lesbia Cortez, coordinadora de salud de esta ONG y del programa Sistema de Alerta, Monitoreo y Atención en Nutrición y Salud (Saman), estas investigaciones se han dado en cuatro parroquias: en Sanare, municipio Andrés Eloy Blanco; en La Miel, Simón Planas; en la parroquia San Juan Bosco en San Jacinto y en Bobare de Iribarren.
En 2016 cuando esta ONG comenzó su trabajo de ayuda humanitaria en las poblaciones con mayor hambre en Lara, los niveles de desnutrición aguda en niños de edad escolar se ubicaban en 72%. «La cifra ha venido fluctuando, pero lo lamentable es que no ha bajado», destacó la galeno. Quien detalla que por parroquia el programa Saman atiende a 200 niños y a 40 madres que estén lactando menores a seis meses, o que estén embarazadas.
«Les hacemos un diagnóstico nutricional a los niños y damos seguimiento de seis semanas con aportes multivitamínicos y nutricionales. Los niños son desparasitados y se les entrega a su familia los alimentos adecuados para que recuperen su peso. Luego de culminado el programa, a esa familia se le hace seguimiento por seis semanas más».
Destacó que en los últimos tres meses, los estudios han arrojado que de la población infantil atendida en estas parroquias el 12% tiene desnutrición crónica, y 40% de las embarazadas tienen también desnutrición, lo que significa que la salud del niño ya viene comprometida.
Labor educativa
Alexis Moreno, director regional de Fe y Alegría en la zona Lara-Llano, indicó que las escuelas del movimiento de Educación Popular y Promoción Social de curas jesuitas en el estado, monitorean desde hace cinco años el estado nutricional de su población estudiantil.
En Lara hay 10 instituciones de Fe y Alegría en comunidades pobres y existe una población estudiantil total de 5.800 estudiantes. En su más reciente estudio, determinaron que el 7% de esa población (406 alumnos), presenta tallas bajas para su edad. «Sólo un 4% presentó delgadez en relación con su edad y talla. La población escolar tamizada no arrojó datos de estudiantes con desnutrición aguda. En parte, esto se debe a los programas de apoyo y protección que llevamos en las escuelas a través de las alianzas y apoyos de organizaciones nacionales, internacionales y con las propias familias. Apoyos directos en atención nutricional y alimentaria y apoyos educativos con campañas de protección», expresó.
Desde Fe y Alegría tratan de mantener los comedores escolares funcionando o al menos poder darle una merienda a los niños diariamente que les aporte requerimientos calóricos. Eso les ha permitido reducir los índices de deserción escolar en 3% este año.
Galletas para salvar la vida de los niños con desnutrición
Desde 2019 la Fundación Flor de Luz en Barquisimeto ha decidido atender la emergencia nutricional de niños en dos comunidades pobres de la ciudad: en la escuela Ana Soto de Pavia de Fe y Alegría y en la escuela Juan 23 del barrio La Pastora, al oeste.
Una manera de aportarle los nutrientes a más de 200 niños en programas que duran tres meses, ha sido a través de la entrega diaria de una merienda de galletas que tienen la composición calórica y nutricional equivalente a una comida principal en niños de edad preescolar y escolar (entre 3 y 10 años), y que lleva por nombre «Candiluz», así lo informó Karly Gómez, abogada encargada de esta fundación. Esta galleta les aporta 478 calorías.
La galleta está enriquecida con vitaminas y minerales, tales como hierro, vitamina B1, B2, B3 y ácido fólico necesarios para un adecuado desarrollo físico y neurológico de la infancia. Las galletas se fabrican con ayuda de empresas privadas y Flor de Luz ha logrado obtener financiamiento de la embajada francesa.
«No solamente se atiende al niño desnutrido en las escuelas tratadas, sino que también se verifica si tiene hermanos con problema de desnutrición. El producto debe llegar a los niños de la casa para que haya una mejora considerable, porque hemos notado que en hogares con pobreza extrema, primero se restringen los alimentos los padres, luego los abuelos y de último los niños como estrategias de sobrevivencia», dijo.
También dan charlas formativas a los padres para que aprendan a equilibrar el consumo diario de alimentos, incluyendo la proteína animal, de acuerdo a su economía.
La especialista en nutrición, Susana Raffalli, informó que 12 millones de venezolanos tienen necesidades humanitarias urgentes. El Plan de Respuesta Humanitaria 2022-2023 de la ONU en Venezuela tiene la meta de atender a unas 4,8 millones de personas. lo que representa que faltan por atender siete millones de personas.
La doctora pediatra, Mariela Conde, señala que aunque en Venezuela la ayuda humanitaria sea poca porque el principal responsable de diseñar una política para atender la alimentación debe ser el Estado, los aportes privados e internacionales logrados han salvado vidas. «Las ONG que trabajan por la alimentación de los niños han podido sacarlos de la emergencia nutricional, es decir, no van a morir ahorita. Algunas ONG dan barritas de colores que son puras calorías, no tienen vitaminas ni minerales y son los que usan los soldados cuando estaban en guerra y no comían nada, para no morirse. Aunque no tienen proteína de alto valor biológico son un salvavidas, a ese punto hemos llegado», expresó.
Según Euribiades Verdu, presidente del Colegio de Profesores de Venezuela, la desnutrición se disparó en el país cuanto el Estado dejó de garantizar el Programa de Alimentación Escolar en las escuelas. Actualmente, sólo el 10% de los planteles públicos tienen comedor activo.