C. Linárez/A. Mendoza | LA PRENSA.- Poder calmar la sed, bañarse y preparar la comida se volvió una odisea para la mayoría de los residentes del Iribarren, Jiménez y Morán ayer sábado. A la mayoría los agarró por sorpresa la suspensión del servicio de agua desde este jueves hasta hoy en la tarde y no alcanzaron a recolectar ni una gota.
Para sobrevivir, mientras Hidrolara solventa los problemas que se presentaron en las tuberías del sistema Alto Tocuyo, muchos de los guaros han tenido que pedir agua en casa de los vecinos, recorrer distintos puntos de Barquisimeto para ver en dónde llenan de agua las pipas y hasta resolver comprando el botellón de agua entre Bs. 3 mil a 5 mil.
Adolfo Súarez, quien reside en Barrio Unión, asegura que por su residencia el agua llega son los jueves después de las 12:00 de la madrugada y con la suspensión del servicio desde las 4:30 de la tarde de ese día, no pudieron ni llenar una pipa.
Suárez comenta que la poca agua que le quedaba les alcanzó hasta el viernes, por lo que el sábado desde las 7:00 de la mañana salió con su esposa a ver en dónde estaban llenando pipas y se topó con que en la antigua sede de la cervecería Brahma, en la Zona Industrial II estaban dando agua gratis y llenó tres pipas.
Quienes no corrieron con esa suerte han tenido que resolver comprando botellones potables. “Nosotros compramos agua embotellada para, por lo menos, hacer comida y beber”, dijo Fabiola Marín de La Peña, quien asegura que ella y sus dos hijos sólo tienen para bañarse con una pipa. Todos esperan que este domingo en la tarde, tal como anunció Hidrolara, sea restituido el servicio.
Esta situación a afectado a vendedores de comida. Dueños de restaurantes han tenido que adquirir botellones para trabajar, pero ante el costo que poseen, no les resulta y de ocho comerciantes consultados, seis dijeron que no abrirán hoy.
Desepero
Un tobo por aquí y otro por allá. Botellas de plásticos y cualquier envase servía de mucho. Así estaban la tarde de ayer más de 20 personas en el llenadero de San Juan. Pacientemente los vecinos hacían una cola esperando para poder llenar los envases y calmar la sequía por la reparación de la tubería.
Un señor que tiene más de 60 años en la comunidad ayudaba con una manguera que conectaba con una bomba que estaba en el fondo del pozo. No salía casi líquido, pero las personas no querían irse pues según ellos estaban desesperados.
“El agua se fue y nadie dijo nada, estamos pasando trabajo sobre todo porque hay muchos que no tenemos tanques, dijo Migles Álvarez.