Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- El fin de semana pasado encendió las alarmas al gremio médico. Sólo el sábado 11 de diciembre quedaron impresionados por el ingreso de 12 pacientes politraumatizados a la emergencia del Hospital Central Antonio María Pineda, lo cual implica la amenaza de un posible ascenso en el segundo mes de flexibilidad con la mayoría de víctimas con intoxicación etílica. Un riesgo que implica largos períodos de hospitalización, que hasta por una simple fractura debe esperar un mínimo de 20 días para reunir el dinero que representa cubrir hasta el 90% con los exámenes médicos, placas o tornillos de acuerdo al caso y el kit de insumos médicos para la intervención quirúrgica, frente a un sistema sanitario sin capacidad de respuesta.
Mencionan un cóctel que empieza por la imprudencia de la ciudadanía, al referirse a esos pacientes lesionados o fallecidos teniendo el detonante de la ingesta de bebidas alcohólicas. Además del fallo en la autoridad de tránsito que implique el incumplimiento de la norma, con sanciones que lleven a reconsiderar este tipo de comportamiento sin conciencia frente al peso de sanciones significativas de acuerdo a cada infracción. A ese libertinaje le suman la deficiencia en las previsiones rutinarias para fines de semanas o determinados asuetos, con algunos centros asistenciales que no cuentan ni con los implementos de bioseguridad para el personal de salud.
El pesar suele ser largo y prolongado para aquellos que pasan a las cirugías electivas, las cuales son programadas y pueden representar un extenso estadio en hospitalización. Se trata de cupos de camas que mínimo pueden ser ocupadas por tres semanas y en aquellos casos complejos donde se tiene compromiso craneoencefálico, podría hablarse de varios meses de espera.
Un panorama que no termina de despedir al 2021 y deja un pavimento cundido de sangre, entre lesionados y algunas víctimas que enlutan familias larenses. Según el registro de La Prensa, los accidentes de tránsito empezaron a subir desde abril y se había ubicado como el más alto con 13 decesos. Luego mayo con 7, junio y julio con 6 cada uno, agosto con 10, septiembre contó 6 y octubre llegó a 10. Pero al ubicarse en estos meses de flexibilidad total frente a la pandemia por covid-19, noviembre se remontó como el mes más elevado con alrededor de 35 lesionados y 14 decesos, mientras la primera quincena de diciembre se alza con un promedio de al menos 18 heridos y 8 muertes en diversos hechos aislados en la entidad larense.
«Este sábado se recibieron más politraumatizados en emergencia, con 12 pacientes», señaló René Rivas, presidente del Colegio de Médicos de Lara, al explicar que desde hace aproximadamente un año no se tenían este tipo de registros en el principal centro asistencial, los cuales suelen ser esporádicos.
Aclara que algunos ameritan ser intervenidos y se puede llegar a colapsar en hospitalización, por ser un paciente que tiende a ocupar mucho tiempo. Se refiere a los casos con fracturas de huesos largos, traumatismo abdominal cerrado, perforación en vísceras huecas o macizas, traumatismos en tórax o craneoencefálico, entre otros. «Se debe reconsiderar hasta qué punto pueda influir la flexibilización y el excesivo consumo de bebidas alcohólicas«, advirtió.
«¿Cuánto tiempo tardará?», se pregunta Ruy Medina, exdirector de este hospital, ante un mínimo de espera entre 20 a 25 días, incluso desde aquellas lesiones sencillas, como una fractura de tobillo donde se requieren& ; exámenes médicos, aquellas placas con tornillos relativa a la especificación del paciente y la lista de insumos médicos, que empieza por garantizar la protección en bioseguridad para un cirujano, un ayudante, instrumentista, circulante y 2 anestesiólogos, sin olvidar determinadas suturas, compresas y otros que puedan incluir hasta analgésicos.
Recuerda que su experiencia como director de este principal centro, incluían las revistas previo al fin de semana y más aún frente a esas temporadas de asueto. Una medida que aliviaría esa preocupación de los familiares de los pacientes ante el dineral, al cubrir el 90% que puede representar exámenes de laboratorio como hematología completa, urea, creatinina, VDRL y otros, incluyendo las imágenes de tórax, evaluación anestésica, tornillos e insumos.
Vital prudencia
A las críticas por las fallas en rigurosidad para el cumplimiento de la Ley de Tránsito, el doctor Medina también recuerda los riesgos del consumo excesivo de bebidas alcohólicas, llevando a la imprudencia cuando no miden las consecuencias en el organismo. Ese efecto sedante del cerebro pasa factura y suele manifestarse con un dominio hipnótico que adormece al sentarse frente al volante.
Es tan simple la reacción en el cuerpo, que una persona con una exagerada carga etílica pueda estar tranquilo en el compartir o durante determinada celebración. El problema empieza cuando se disponen a regresarse y no tienen el mismo dominio de controlarse al conducir. Puede ser una amenaza desde la más sencilla, con un movimiento involuntario de la pierna y se afinquen en el acelerador, además de quedarse dormido en cuestión de segundos y estrellarse contra un objeto fijo o impactar otro vehículo, arrollar a un peatón o embestir a un motorizado y hasta volcarse por algún barranco.
Se pierden las capacidades de reacciones inmediatas del organismo y más aún, ante el descarado comportamiento de la mayoría de motorizados en una especie de mentes suicidas, quienes no respetan sus respectivos canales, suelen aparecer de repente y hasta caer al pavimento al no poder esquivar el paso lento de un perro por la calle.
Las peticiones empiezan por la prudencia y el compromiso personal, así como a las autoridades para que no pierdan el control en estos casos que suelen pasar a la fatalidad o a una lista de espera de cirugía electiva en el hospital.
Menores están más expuestos
La voluntad de ayudar se queda de manos atadas, ante esa disminución del 80% en atención a pacientes por escasos recursos económicos y donde sólo pueden exonerar el 7% de pacientes. Así confirma Gerardo Pastrán, titular del Proyecto misionero Projumi, de ese bajo alcance para cubrir esa necesidad de recuperar a adolescentes y jóvenes en amenaza por la ingesta de bebidas alcohólicas, como parte de la fractura de la familia por la migración.
Dicha limitación le impide llevar un balance y sólo tiene de referencia a adolescentes más propensos a estos vicios, al quedar bajo el cuidado de adultos mayores (abuelos) o de otros familiares. Pero las edades más propensas a la caída en las drogas son entre 13 a 16 años, mientras el alcohol empieza a repuntar con casos de hembras en ese grupo entre los 16 a 18 años. En una semana llegan a atender entre 2 a 3 pacientes con asesorías, orientaciones psicológicas y hasta expertos para la medicación o rehabilitación. Pero sólo uno puede llegar al proceso de desintoxicación.
Olvidan la ley y se exigen sanciones
La desinstitucionalidad que arrastra el ordenamiento de tránsito es la principal preocupación de la socióloga Yonaide Sánchez, coordinadora de regiones de Transparencia Venezuela, al reiterar que se cuentan con las normas, pero no se aplican las verdaderas sanciones que obliguen a la toma de conciencia en pro de la prudencia al conducir cualquier tipo de vehículo.
Señala que se tienen tres variables que pueden terminar de repuntar los índices en la época navideña, cuando históricamente suelen subir las estadísticas por tratarse de tiempo para las reuniones familiares o en grupo. Primero con los cambios por la pandemia y que deberían venir respaldados con el control desde las autoridades gubernamentales.
También califica deplorable el desmantelamiento del sistema sanitario, que ha sido reseñado en encuestas especializadas a nivel nacional con deficiencias hasta en el 90% de principales hospitales y que se aprecia en la condena de aquellos politraumatizados, quienes deben cubrir todos los gastos porque en los centros asistenciales por lo general no consiguen ni los guantes para el equipo médico.
Pero cita como el factor más grave la desinstitucionalización, dejando al margen las leyes y sin sanciones severas que permitan corregir determinadas conductas de infractores. «No se le da importancia y simplemente la gente asume que no pasará nada. Al no asumir las consecuencias, pues dejan en evidencia ese camino verde que lleva a la negociación con algunos funcionarios de tránsito», advierte de esas expresiones comunes, tales como: mis niños también comen, insinuando un pago extra y distante del facturero de las multas.
Señala que el descontrol es evidente y tan distorsionado al apreciar alcabalas cercanas o sin la debida justificación, llegando a impedir el libre tránsito. Ilustra que lo vivió hace poco mientras circulaba por las principales calles de Palavecino y conductores se extrañaban de un punto de control en las adyacencias de un centro de salud.
Rechaza cualquier tipo de abuso que proviene de funcionarios de seguridad, pero también de la falta de seguimiento e implementar correctivos para las conductas irresponsables frente al volante.