Osman Rojas | LA PRENSA de Lara.- Los fogones también evolucionan. Atrás han quedado los días en los que el humo salía de la chimenea dejando todo tipo de alimento con un sabor raro, y es que la falta de gas doméstico por bombonas ha llevado a las personas a construir fogones más actualizados y que permiten preparar todo tipo de comidas pues hasta tortas pueden ser elaboradas en este tipo de cocinas artesanales.
La preparación de estos fogones es simple. Por lo general, la estructura de una lavadora vieja o una pipa es la base de apoyo. Barro hay en el interior y en el exterior del caparazón que hasta hace un par de años hubiese sido desechado como basura, pero que en estos momentos es la cocina soñada de toda ama de casa pues no necesita gas, tampoco electricidad y no deja la comida hedionda a humo.
En la parte de arriba hay un pequeño hueco que será usado como hornilla. En uno de los costados de la lavadora hay una abertura más grande, por allí se meterá la leña y saldrá el humo. Es un truco simple, pero complejo pues el mínimo error en cálculos hará que el fogón no funcione bien.
«Hasta ingenieros nos hemos vuelto«, comenta Manuel Santana, mecánico residenciado en la vía hacia Rastrojito, quien explica que en los últimos días las personas han pensado y llevado el fogón tradicional (barro y leña) a otro nivel. «Si no hacemos esto no comemos».
La necesidad de crear este tipo de fogones nace debido a las limitaciones que tienen las amas de casa a la hora de preparar alimentos con leña. Aunque generalmente el sabor de una arepa hecha en fogón es adictivo para muchos, cualquier otro alimento que se prepare en cocinas artesanales tienen un sabor extraño pues el humo contamina la comida.
«Llegó un punto en el que solo comíamos arepas porque no podíamos preparar más nada. Ni tapando las ollas se evitaba el sabor raro y amargo», dice Santana.
Tan acostumbrada está la gente a la falta de gas que muchos, incluso elaboran sus fogones con dos hornillas igual a una cocina tradicional.
«Esto se hace para resolver. En medio de la crisis se crean oportunidades», comentaba el señor Guillermo Carmona, jardinero residenciado en la comunidad de El Dacero (al norte) y que hizo con bloques y barro un fogón con dos hornillas.