Isabella Delgado | LA PRENSA.- Atrás quedaron las solicitudes de transformación y la confección de piezas de ropa para lucir en Navidad y Fin de Año. El grueso de los trabajos que aceptaron costureras en esta época decembrina fueron reducciones de piezas por parte de clientes que bajaron de peso, que rebajaron varias tallas este año y quisieron reestrenar sus pintas.
La intervención de la ropa vieja es la opción para muchos ante la reducción de peso y talla que han experimentado como consecuencia de la escasez y altos precios de alimentos de la cesta básica.
“El 70 % del trabajo fueron reducciones. La gente rebajó mucho, nos decían que por la famosa dieta de Maduro. A un muchacho le tuve que reducir un pantalón de talla 36 a talla 32 para que pudiera ponérselo”, comentó Geraldine Mujica, una de las costureras que trabaja en los centros comerciales Barquisimeto (Bequito), quien recibe hasta 30 piezas a la semana.
A pocos metros en el local, Katherine Dobobuto, sastre desde hace 15 años, muestra una estantería llena de jeans, pantalones y blusas por reducir. Son rumas de más de cinco piezas, una a lado de la otra, sin separación.
“A una muchacha le tuve que reducir casi cuatro centímetros de cada lado del jean. Casi que lo tuve que hacer de nuevo porque no le quedaba”, comenta mientras acomoda su máquina de coser. A su lado guindan vestidos y camisas encargadas para Navidad. “También siguen mandando a hacer. Es más económico que comprar nuevo. Acepto puras cosas sencillas, nada de matrimonios ni 15 años, porque tengo mucho que coser, que reducir”.
Las costureras coinciden que en este 2016 se volteó la tortilla. En años pasados, en esta época, muchos clientes mandaban a transformar o hacer remiendos porque habían aumentado de peso o ya no les gustaba la ropa. “Yo le ponía muchos parchos entre las piernas porque aumentaban de peso y se les rompía entre las piernas. Ahora es al revés”, comenta Paula Vargas, otra costurera del centro de la ciudad.
Estuvieron full
Durante la primera semana de diciembre, las costureras y sastres consultados alcanzaron su capacidad de trabajo y no aceptaron más piezas para intervenir.
“Desde el 10 de diciembre ya no acepto más trabajo. Hay demasiado y hay que cumplirle a los clientes”, acota Paula Vargas.
Geraldine Mujica, aunque trató de aceptar a todos los clientes que pudo, empezó a rechazar trabajos luego del 20 de diciembre. Estiman que para luego de la semana del 3 de enero baje esta oleada de quehaceres y se regularice el ritmo de trabajo.