Un calvario viven pacientes y familiares centros de salud público, por servicios en declive Un calvario viven pacientes y familiares centros de salud público, por servicios en declive Redacción | LA PRENSA DE LARA. – Lo peor que puede sufrir una persona en Venezuela, que desde 2017 vive una emergencia humanitaria compleja decretada por la OMS, es enfermarse y no tener dinero para cubrir sus gastos. Situación en la que se encuentra el 82,8% del país que está en pobreza, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi). Los ciudadanos que acuden a la emergencia de un hospital, como el Universitario Antonio María Pineda deben costear desde los medicamentos, insumos médicos, exámenes de laboratorios e imagenología, y hasta pagar el servicio de ambulancia si el paciente no se puede movilizar y requiere ser sacado por un examen. Entre los gastos se encuentra cubrir la alimentación del paciente, porque los centros públicos ya no la garantizan.
Desde la Academia Nacional de Medicina, el diagnóstico de la situación del sistema de salud pública en el país es claro: «Los hospitales cada día tienen menos personal, menos equipos tecnológicos para diagnosticar enfermedades, pero una demanda de pacientes que crece exponencialmente», señ;ala Huniades Urbina, pediatra y vicepresidente de esta Academia. Aunque no hay cifras oficiales, las estimaciones de la Federación Médica Venezolana es que falta un tercio de los galenos especialistas del país. En los últimos añ;os ha emigrado el 30% de los médicos con menos de 50 añ;os de edad. Venezuela tenía en 2013 unos 60 mil médicos.
Pero lo más dramático es el déficit de enfermeras que tiene Venezuela. Desde el Colegio de Enfermeras del Distrito Capital, estiman que el 70% del personal de enfermería ha emigrado del país. Una parte ha buscado trabajo en Chile, Argentina, Estados Unidos, Alemania, y la gran mayoría en Españ;a. Y otra parte ha dejado su vocación a un lado y hoy trabaja en la economía informal para subsistir.
«Una enfermera tiene un ingreso como salario base de 245 bolívares, nos pagan además un bono de guerra y cestaticket que no tiene incidencia en las prestaciones», recalcó Ana Rosa Contreras, presidente del Colegio de Enfermeras del Distrito Capital.
Ese déficit de personal de enfermería hace que en un centro de salud tipo 4, una enfermera tenga una sobrecarga de trabajo en una guardia y deba atender entre 50 a 60 pacientes, cuando el estándar internacional recomendado por la OMS es que en las emergencias cada enfermera atienda a cuatro pacientes, y en terapia intensiva sea una enfermera para cada paciente.
Los hospitales públicos también tienen fallas del servicio de agua potable continuo, y hasta son afectados por cortes eléctricos, cuando las plantas eléctricas no arrancan a la brevedad.
Drama social
Ismael Meléndez, de 90 añ;os, sufrió un ataque cerebrovascular (ACV), el 4 de mayo en Barquisimeto, y su familia lo llevó a la Emergencia del Hospital Central. Allí tuvieron que costear en la primera hora de atención desde insumos básicos, como: inyectadoras, una sonda vesical, guantes para médicos y enfermeras, jelco, solución. Además, salir corriendo a un laboratorio privado que queda a un par de cuadras del centro público, pagar un examen de sangre que salió en 50 dólares, y devolverse lo más rápido posible con los tubos de ensayo para que al paciente le tomaran la muestra.
En las posteriores horas, los médicos mandaron a realizarle una tomografía craneal simple, que en una clínica cercana salió en 50 dólares. Meléndez perdió la movilidad del cuerpo y por su estado crítico de salud debió ser sacado en ambulancia, pero en el Hospital Central hay sólo una ambulancia que presta servicio gratuito. Su familia debió pagar un servicio privado y trasladarlo con un médico y oxígeno a una distancia que no supera las dos cuadras, pero que por eso les cobraron $70.