El diagnóstico de autismo requiere de un abordaje multidisciplinario.
Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- «El problema no es el autismo, sino lo que no se trabajó», es el principio que resaltan especialistas al recordar la preparación que debe tener el pediatra, para garantizar la evaluación integral y definir las alertas del trastorno espectro autista (TEA). Así establecer el diagnóstico temprano, desde el control de niños sanos, que permite asegurar el desarrollo regular y evitar dificultades en adolescentes o adultos.
Este punto fue abordado durante la jornada de valoración neuropediatra y de psiquiatría de la Fundación «Sólo faltas tú», realizado el viernes en el Hospital Internacional de Cabudare, donde atendieron a 16 niños de escasos recursos, quienes fueron recibidos por las neuropediatras María Laura Braz y Leida Martínez, junto a la psiquiatra Gescry Carrizo. Las consultas estuvieron respaldadas con la entrega de medicamentos a estos casos a los que se les hace seguimiento.
El inicio estuvo marcado por la sensibilidad musical, con la antesala protagonizada por el pequeño Jesús, compartiendo su talento como miembro del sistema orquestal. Ejecutó el cuatro con dos piezas dedicadas a las especialistas de esta jornada. Luego la doctora Angélica Torres, presidenta de la Fundación «Sólo faltas tú», encabezó la oración de agradecimiento por la misericordia de Dios que permite sumar voluntades y continuar apoyando a la comunidad neurodiversa. Un momento sentido, de ojos cerrados que compenetra en espiritualidad a los doctores, voluntarios y padres de los niños, siempre unidos como en familia y con el respaldo de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría.
Braz destacó que los médicos generales, y -especialmente- pediatras, deben tener conciencia de la importancia del diagnóstico precoz, la capacidad de identificar con una verdadera pesquisa en control de niños sanos, cuyo lapso se extiende hasta los 18 o 24 meses. «Es indagar cómo están las áreas del neurodesarrollo y preguntar por signos de alarma, tal vez no precisados por los padres», incluye conocer hasta la manera en que toma los juguetes, el proceso de socializar y hablar.
No esperar el planteamiento de la preocupación de los padres, porque el diagnóstico puede cambiar ese impacto familiar, de enfrentarse a otra realidad. Resalta que tal retraso en la detección, implica más dificultad en la etapa de transición de la adolescencia y el riesgo de ser un adulto incomprendido. Es un aspecto tan delicado, cuando se ignora la amenaza de comorbilidad con énfasis psiquiátrico, con giros de episodios depresivos, ansiedad incontrolable, signos de agresividad, dificultad para dormir, entre otros alertas.
Se puede marcar la diferencia con situaciones simples, en un sentido literal y no estar preparado para enfrentarse a las exigencias académicas o de la sociedad en general. Todo por la rigidez del pensamiento y exponerse al riesgo de ser víctimas de abusos.
Todo se perfila con el abordaje horizontal, que va de la mano del equipo multidisciplinario empezando por neuropediatra, psicólogo, psiquiatra y demás especialistas vinculados a alguna condición o enfermedad de base. «Cada vez hay más pacientes necesitando el diagnóstico oportuno del espectro autista y el seguimiento, para dejar los estigmas y miedos en torno a la salud mental», explica Carrizo.
Destaca lo importante de la detección, a la más temprana edad para tener calidad de vida. El tratamiento farmacológico depende de cada caso, que pueden partir de los niveles de ansiedad o depresión. Se pueden tener cuadros de agresividad, incluso atentando contra sí mismos.
Siempre el equipo multidisciplinario trabajará en función de los detonantes que generen reacciones, con apoyo terapéutico y compromiso de los padres.