Hacer terapias con caballos (equinoterapia) es una de las opciones que padres de niños con alguna condición permanente o temporal han elegido para ver mejoras en el desarrollo psicomotor de sus hijos. Conscientes de que esta opción por sí sola no es la solución definitiva, admiten que es una de las mejores y de la cual sus niños disfrutan al máximo.
El caminar de los caballos es similar al de las personas; es decir, van de un lado hacia otro, adelante, hacia atrás y se logran desplazar hacia los lados, movimientos que aunque no se les da mucha importancia han resultado de gran beneficio para las personas con algún tipo de necesidad especial. Carmen Álvarez, equinoterapeuta certificada y directora de FundaKrines, explica que ese movimiento tridimensional del caballo cuando camina, al montarlo, genera un impulso rítmico que viaja a través del cableado neuronal, a través de la médula o la columna, llegando al cerebro para estimularlo. Activa directamente la cintura pélvica, columna vertebral, hombros, músculos de piernas y pies.
Álvarez explica que la equinoterapia tiene una gran variedad de beneficios, entre los cuales se encuentran los sensoriales que estimula los siete sentidos, mejora la noción temporo-espacial (relativo a espacio y tiempo), estimula la imagen corporal, fortalece el sistema vestibular (balance y equilibrio), mejora la coordinación y disociación motora. Los beneficios físicos al estimular el sistema digestivo, cardiovascular y respiratorio, fortaleciendo los músculos y las articulaciones, además mejora la postura.Beneficios psicológicos, porque ayuda a controlar la ansiedad y las emociones, eleva la seguridad en sí mismo y autoestima, desarrolla la disciplina. Y beneficios sociales como promover las relaciones con otras personas, mejora las habilidades de comunicación y de lenguaje, desarrolla comportamientos adaptativos. Crea liderazgo.
Beneficios por los cuales Eliseth Flores, fisoterapeuta de profesión y equinoterapeuta certificada, considera que esta modalidad debería ser calificada como una terapia principal y no como una alternativa, tal y como la imparten en los institutos universitarios en donde se formas los fisioterapeutas. Considera que no se le da el valor que merece, porque permite desarrollar competencias cognitivas, motoras y sensitivas.
Andrea Palacios da fe de los beneficios de esta terapia, su hijo de ocho años, Horacio, nació con síndrome Down, ya casi cumplen siete años asistiendo cada semana al centro para sus terapias y recuerda claramente cuando su pequeño le llamó por primera vez «mamá» luego de montar a caballo, reconoce que no fue sólo la actividad con el caballo, pero que ha sido de gran ayuda.
Carlos Sportiello cuenta cómo la irritabilidad de su hijo Massimo, de siete años, ha bajado considerablemente, hace unos tres años las pataletas, mal humor y golpes a sus compañeros lo llevaron hasta la fundación. Ya Massimo había sido diagnosticado con autismo, asegura que no fue un diagnóstico rápido, pero valió la pena cumplir con cada uno de los estudios, y tener un tratamiento que complementa con la equinoterapia los resultados han sido favorables, por lo que la cumplen con gusto.
Optan por la equinoterapia
La terapia inicia con un recorrido sobre un caballo por al menos 30 minutos, tiempo que permite que el niño trabaje todo el cuerpo, realiza ciertas actividades, interactúan con la naturaleza y además desarrollan su parte motora, cognitiva, visual, auditiva, de todos los sentidos. La especialista Flores destaca que con el andar del caballo se estimula todo el sistema nervioso y en una terapia convencional, como la fisioterapia muchas veces no se logra porque hay niños que no tienen la suficiente movilidad para poder recibir ese tipo de estímulo.
En el recorrido de 30 minutos, durante los primeros siete minutos, el niño se adapta a la temperatura del caballo, superior a la del humano. Niños con dificultad motora hacen estiramiento, abren los brazos, mueven las manos, el tronco, se tocan el casco. Con objetos que se llevan en un bolso que los acompaña llamado forja, trabajan la sensibilidad, de allí sacan un cepillito para frotarlo en el cuerpo, esponja y bolsitas con diferentes texturas para que vayan diferenciando, además les enseñan a interactuar con la naturaleza como, por ejemplo, si están cerca de un árbol hacer que estire los brazos y toque las ramas, el tronco, diferenciar los colores entre los del tronco, y las hojas, así se trabaja la parte motora y sensorial cognitiva, a medida que va sobre el caballo.
Luego de esa media hora pasan a otro espacio para trabajar los giros sobre los caballos mientras hace su recorrido, de esta forma trabajan el sentido propioceptivo, que permite percibir la ubicación, el movimiento y la acción de las partes del cuerpo; el sistema vestibular, responsable de mantener el equilibrio y la postura coordinando los movimientos del cuerpo y la cabeza, y cómo fijar la mirada en un punto en el espacio.
Además, reciben terapia ocupacional que los ayuda a hacer tareas cotidianas, como comer, ponerse las medias y los zapatos, centrarse en el aprendizaje, la escritura o en jugar. Les permite incrementar la independencia y el desarrollo para alcanzar autonomía y calidad de vida. Complementan el recorrido a caballo, con circuitos en los que suben rampas, seleccionan colores y siguen instrucciones de los terapeutas.
Algunas veces, al comenzar las terapias los niños rechazan montar por el tamaño del animal, lloran porque se desapegan de los padres, pero poco a poco se van adaptando. Flores aclara que los resultados van a depender no sólo de la terapia, sino también de la condición que tenga el paciente, los padres llegan con las mayores expectativas, pero se les habla con la verdad y desde el amor porque pueden llegar dos niños con parálisis cerebral infantil y los resultados luego de las terapias pueden ser distintos, han llagado pacientes que a los 6 meses pueden dar muestra de evolución, mientras que otros al año. Depende del niño y de cómo continúe algunas actividades en casa.
Para Mayjovi Véliz lograr que su hijo Isaías recibiera equinoterapia ha sido una bendición, él tiene seis años, nació sin una extremidad inferior lo que le impide sentarse, además sufre de espasmos; sin embargo, desde hace tres años que entró en la fundación se puede notar su avance, tiene más estabilidad al momento de sentarse, además por los espasmos tiene dificultades para dormir y luego o durante las terapias se relaja y logra dormir, en este transitar ha crecido, se ha desarrollado. Se coloca en posición de gateo, se sienta con sus brazos y se va desplazando de un lado al otro. La terapia es igual dormido o despierto, si está dormido se hace la monta gemela (es decir, que lo acompaña alguien sobre el caballo) y si está despierto lo sientan en una silla y hace la terapia solo.
La equinoterapia como otra terapia da resultado si hay continuidad y estimulación del paciente en casa, lo que incluye llevarlos a actividades al aire libre, a espacios donde van niños que no presentan ninguna condición, como parques y piscinas, y dejarlos que sean libres, que interactúen con la naturaleza, así no tenga mucha movilidad eso les permitirá evolucionar.
Al mes, más de 50 pacientes son atendidos en FundaKriness, de lunes a miércoles la atención es para niños y jóvenes particulares, los días jueves atienden a 12 de los jóvenes del Honim y los viernes abren sus puertas a fundaciones que hacen una labor especial con niños que tiene algún tipo de condición, como autismo, síndrome Down, entre otras.