Los artistas plásticos en la entidad larense se encuentran de júbilo, porque los maestros Armando Villalón y Joel Pacheco serán declarados como Patrimonio Cultural Vivo, distinción que será conferida hoy a las 4:00 p.m. por el Consejo Autónomo de Cultura de Lara (Concultura), en el Palacio de Gobierno. Ambos tienen más de 50 años de trayectoria artística y comprobada dedicación a la formación de nuevas generaciones.
La humildad es la carta de presentación de quienes no se alaban a sí mismos, porque siempre lo dejan a criterio de quienes saben apreciar sus obras e identifican el sello personal en cada creación. Mientras cultores aplauden este tipo de reconocimiento que debe entregarse en vida a los que han vivido apasionados entre las expresiones del arte.
«Para mí es un gran honor e inicialmente hasta lo dudaba», exclama Villalón, de ese momento en que fue notificado a pocos días para tan importante conferimiento. Lo celebra con su familia y seguidores, cuyo respeto y admiración ha sido en estos 55 años de carrera.
Lo define como una alegría grandiosa que lo lleva a pasearse por los dos imponentes íconos que han sido sus motivos de inspiración. Se refiere al río Turbio que siempre le conduce a la paz y serenidad, esa que le obliga a realizar paréntesis a la ciudad y recuerda que la naturaleza también enriquece ese plano espiritual de la persona.
Sus viajes por esas riberas lo conducen no sólo por el verde genuino, sino por los matices de los cuales derivan sus barrancas y que luego se complementan con la ciudad con el reflejo de lo urbano, ese de grises que marca la sobriedad en cada una de sus pinceladas.
La Divina Pastora es lo más sagrado en su vida y el agradecimiento por sanidad, se evidencia en su ofrenda perenne, que comparte en diversos formatos desde el tradicional retrato hasta las dimensiones más extensas en murales ubicados en diversos espacios de Barquisimeto.
«Vivo en una permanente búsqueda sin quedarme en estos representativos motivos de inspiración. Hay tanto por darle a la ciudad, que somos unos eternos soñadores de la belleza», precisó orgulloso de su semillero con su nieta Claudia Elena Riera Villalón que heredó la misma disciplina y amor por la pintura.
Se complace de ser seleccionado junto a Joel Pacheco, quien lleva más de 45 años de dedicación a la docencia y se ha reinventado con la observación profunda entre el dibujo, pintura, escultura e instalaciones que rescatan sus musas desde la naturaleza, que suministra insumos al hecho creador en la existencia del hombre.
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