Johana Alvarado | LA PRENSA.- “Lloré, mucho lloré de corazón y tuve que beber mi amargo llanto; era de sentimiento y soledad. Te fuiste sin adiós una mañana y solo me conformo con llorar y solo me conformo con llorar”, coreaban una y otra vez con lágrimas en los ojos los cientos de seguidores que se encontraban en el Caney del Moreno, en Pavia dando el último adiós a Nerio Antonio “Memín” Hernández, el “Guajiro de Oro”.
La nostalgia y euforia se compaginaron para hacer del homenaje musical a Memín Hernández una fiesta más en donde los recuerdos resonaban en cada rincón del recinto y el reconocimiento de su público se hizo sentir en la capilla ardiente.
Rodeado de flores naturales como muestra de cariño y placas que en vida recibió por su trayectoria musical se encontraba el cuerpo del “Guajiro de Oro” reposando en su ataúd de color verde y vistiendo una de sus acostumbradas camisas tipo guayabera.
“Desde muy pequeño a mi tío le gustó la música, a cualquier pista que llegaba a cantar la llenaba. Es muy duro perder a una persona como era él, humilde, familiar, amoroso y música, porque mi tío era eso, era música”, dijo entre lágrimas Elisa Quintero, quien aprovechó para agradecer el respaldo de tantas personas que se acercaron desde tempranas horas y se mantuvieron durante el día haciendo, incluso una cola para ver por última vez el cuerpo de Memín Hernández.
El Caney del Moreno se convirtió en una vitrina artística de música popular bailable “raspacanilla” por los más de 15 grupos que rindieron con música un merecido homenaje a quien comentaron fue en vida su maestro y fuente de inspiración.
“Memín fue un orgullo, cuando hablaban de él o lo veía me sentía grandote, no tengo palabras para describir lo que siento. Siempre será para mí lo mejor, lo más grande y ver a toda esta gente aquí sólo me da una muestra de lo que fue mi padre en vida”, agregó Nerio Hernández, refiriéndose a lo que significó Memín en su vida.
Como un hombre humilde, preocupado por sus amigos y familiares, buen vecino, amoroso, alegre, echador de broma, entregado a su trabajo, desprendido, maestro de maestros y como referencia en el mundo de la raspacanilla será recordado el “Guajiro de Oro”, ese que siempre se tomaba un “cafecito” y lo brindaba con quien lo rodeara, ese mismo que hacía vibrar cada escenario en donde se presentaba.
Sabas Querales recordó muchos toques en donde Memín estuvo y expresó que su ausencia será un bajón para el género. “Él era el pionero, el género tendrá un desnivel, su ausencia se va a notar, pero hay que seguir adelante, que no se apague la raspacanilla, porque así como a él le gustaba debemos continuar”, dijo Querales mientras recordó que Memín les enseñó que “nadie es más que nadie”.