Euseglimar González | LA PRENSA.- Kiosqueros están ojo de águila por la delincuencia que se ha desatado en diferentes comunidades de Barquisimeto y Cabudare. Los propietarios de los puestos de venta de comida rápida y periódicos están preocupados por la ola de robos que se han presentado.
Un grupo de vecinos de Asoprado señalaron que los kioscos que venden comida no los “pelan” porque son donde se presentan más hurtos. Los antisociales buscan las bombonas de gas doméstico y hasta los bultos de comida que dejan.
Los robos que se registran se hacen después de las 5:00 de la tarde, aunque también hay una que otra madrugada cuando los raspan.
A kiosqueros del oeste de Barquisimeto como El Tostado, Asoprado y la avenida Las Industrias el hampa los tiene azotados porque los malandros no sólo se llevan las cosas de valor, sino que destrozan todo el local y los propietarios tienen pérdidas.
Lisbeth Chirinos, vendedora de empanadas frente al seguro Pastor Oropeza, contó que hace dos semanas un choro intentó robar su local en la tarde, pero los vecinos evitaron que sucediera.
Luego de haber terminado su jornada de trabajo, cerró el negocio. Horas más tarde llegó un malandro y comenzó a golpear con un tubo la puerta, el fuerte sonido alertó a los vecinos y al asomarse se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo, llamaron a funcionarios de seguridad y no pasó a mayores.
“No me robaron nada, pero me destrozaron la puerta. Tanto esfuerzo he hecho para tener mi kiosco en buen estado y vienen los choros a acabar con todo”, soltó Chirinos.
En Cabudare la situación es similar, locales en La Campiña y Los Rastrojos no se salvan de la delincuencia. Propietarios señalaron que a toda hora hay inseguridad, detallaron que a los choros ya no les importa robar en plena “luz del día”.
“Quiero comida” fue lo que respondió un choro en un kiosco frente al seguro Pastor Oropeza, cuando la Policía lo detuvo in fraganti tratando de forzar la cerradura del local para entrar a robar.
Algunas veces, los choros llegan armados y le pegan el “quieto” a los propietarios y los despojan de sus pertenencias y hasta les quitan la mercancía, como chucherías, jugos, bultos de comida y hasta el dinero que han hecho en el día.
Una de las opciones que han tomado los propietarios es reforzar la seguridad de sus locales para evitar que los antisociales los roben. Algunos les colocan candados anticizallas, otros colocan cadenas y a las puertas les ponen bisagras.