«Necesitamos recoger agua a pesar de que esté sucia porque no sabemos si nos volverá a llegar». Es la expresión que se replica en residentes de distintos sectores del oeste de Barquisimeto, quienes desde hace cuatro semanas aproximadamente, reciben por las tuberías de sus viviendas agua turbia en lugar de potable.
En comunidades de las parroquias Aguedo Felipe Alvarado, Buena Vista, Unión y Guerrera Ana Soto del municipio Iribarren, el almacenamiento de agua turbia se ha normalizado, generando una profunda preocupación en la población. La insalubridad de esta agua es potencial fuente de enfermedades cutáneas y gastrointestinales, limitando significativamente su uso a las tareas domésticas esenciales.
Especialistas y miembros del movimiento «Unidos por el Agua«, advierten que esto viene a raíz de daños ecológicos en las cuencas hídricas del Alto Tocuyo y a la falta de potabilización. En el caso de los daños ambientales, la deforestación es uno de los principales problemas, ya que la eliminación de la cobertura arbórea y la vegetación impide la adecuada filtración del agua. Esto ocasiona que un volumen considerable de sedimentos sea transportado al embalse Dos Cerritos, centro neurálgico del suministro hídrico para la ciudad.
Julio Gutiérrez, presidente del Colegio de Ingenieros y Arquitectos del estado Lara, manifestó que, sumado al impacto ambiental, las fallas en la potabilización del recurso vital resultan en la distribución de agua insuficientemente tratada hacia la zona oeste de Barquisimeto.
«La deforestación y las quemas sin control en la zona del Alto Tocuyo están provocando una importante movilización de sedimentos hacia el embalse Dos Cerritos. Esta acumulación gradual de material sólido en el lecho del embalse conlleva a su colmatación, lo que disminuye progresivamente su capacidad de almacenamiento. Además, incrementa la turbidez del agua, un factor que, si bien puede ser tratado por las plantas potabilizadoras, se ve comprometido por la carencia de recursos para la adquisición de los materiales químicos indispensables para su correcto proceso«, advirtió Gutiérrez.
Gutiérrez explicó que la dosificación inadecuada de gas cloro y sulfato de aluminio está afectando la eficacia del proceso de potabilización, el cual abarca la captación, elevación, coagulación, decantación, filtración, cloración y distribución que no se cumplen en su totalidad.
El ingeniero afirmó que se requieren 30 mil litros diarios de sulfato de aluminio, un componente esencial para la clarificación del agua. Sin embargo, la hidrológica, con sus limitados recursos, no puede adquirirlo. Por su parte, Alcides Pérez, representante de Unidos por el Agua, detalló que el problema del suministro hídrico está fuera del alcance de los habitantes, siendo competencia exclusiva del Ejecutivo regional.
El consumo de esta agua es perjudicial para la salud. Expertos recomiendan un proceso casero de decantación seguido de una filtración, aunque esta última no elimina las bacterias. El médico general Manuel Machado, explica que el agua no debe consumirse inmediatamente. Primero debe almacenarse para permitir que los sedimentos se asienten. Luego se debe hervir y observar si se torna transparente; de lo contrario, es preferible no ingerirla.
«El agua no tratada puede albergar bacterias como Escherichia coli (E. coli), Salmonella, Shigella, Campylobacter jejuni y Clostridium difficile, causantes de enfermedades gastrointestinales con cuadros diarreicos. b», detalló Machado, añadió que, de cada 20 pacientes que atiende, 12 presentan afecciones por consumir agua no potabilizada.
Aunque el gremio médico recomienda un proceso de decantación antes de consumir el agua, algunos vecinos de comunidades, como en San Francisco detallan que mientras esperan que los residuos bajen se tarda hasta cuatro días para lograr una ligera clarificación del líquido y el agua se torna fétida.
Jaime Escobar, residente de San Francisco, explicó que por el sector les corresponde recibir el agua los días lunes, pero ante esta situación debe darle uso rápido porque al cuarto día ya el líquido emana un olor como el de «barro piche».
«Nos sentimos atados de pies y manos, pues en primer lugar nos toca decidir si agarrar agua o no y en segundo darle un uso rápido para que no se empiche en los tanques o pipas. Aquí la usamos para el baño y la limpieza del hogar. No se puede lavar con ella porque la ropa se percude y mucho menos cocinar o ingerirla, por temor a enfermarnos», dijo Escobar.
Jesús Tarazona, habitante del sector Las Delicias de la parroquia Unión, explica que la semana pasada lo que recibió por tuberías fue agua encharcada, que a los dos días tenía ya muy mal olor, por lo que tuvo que deshacerse de ella tirándola a la calle. «Ya uno no sabe qué hacer, es una situación muy desesperante«, planteó.
Las recientes precipitaciones en la ciudad han sido de gran ayuda para los habitantes, quienes han visto en la lluvia una «verdadera bendición del cielo» y es que ante la b, las personas han recolectado esta agua que la ven más potable que la que reciben por tuberías.
Ana Santeliz, residente de la comunidad Luis Hurtado Higuera, manifestó que «el agua del cielo» les ha permitido hacer frente, ya que el líquido lo destinan para los quehaceres y el lavado de ropa.
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