José Miguel Najul | LA PRENSA.- La implementación de casas de cambio en la frontera fue una medida completamente irrisoria que sirvió como parte de un “show político” más que como un elemento para la resolución de los problemas económicos del país o un aliviadero de la presión para las tasas de cambio en la frontera.
Lo sostiene el economista Luis Saldivia, quien considera que la medida “fue la crónica de una muerte anunciada” que se concreta “con el reconocimiento de las fallas que los propios voceros gubernamentales han hecho de manera pública”.
Saldivia apunta que la idea era la de generar expectativas. “Al principio, en efecto las hubo, como se producen con cualquier medida oficial de envergadura. Eso permitió que algunas tasas paralelas se mantuvieran en tensión a la espera del desarrollo de los acontecimientos, pero sólo unos días”.
En realidad, el especialista cree que el efecto “duró muy poco” porque “no pudo controlar la dinámica económica que se desarrolla de manera acelerada en zonas fronterizas”.
“Los estados de la frontera tienen una cotidianidad económica diferente a los que hay en el resto del país. El comercio, el cambio de monedas son elementos del día a día que no pueden ser sometidos a un régimen de control, como el que desea el Estado venezolano. Allí no hay sólo intereses de este lado de la frontera, también hay colombianos que dependen directamente de esta realidad”, apunta.
Soluciones
Saldivia coincide con otros economistas en el hecho de que los mecanismos estatales de control “sólo han provocado distorsiones que pervierten las prácticas económicas”.
“Si el Gobierno quiere resolver verdaderamente el problema económico en Venezuela debe comenzar por ir unificando progresivamente tasas de cambio irrisorias que propician la corrupción”, dice.
Sin embargo, opina que, por los comentarios de los propios voceros oficialistas, este tipo de recomendaciones parecieran no ser tomadas en cuenta dentro de la concepción de su modelo económico.