Osman Rojas | LA PRENSA de Lara.-La pobreza es la más grave de las enfermedades en Venezuela. Aunque históricamente las personas de bajos recursos han lidiado con limitaciones para poder adquirir los tratamientos medicinales, esas dificultades se ven potenciadas en la crisis actual, pues la escasez y la inflación hace que sea imposible para la mayoría de pacientes cumplir al pie de la letra las indicaciones de un especialista.
De acuerdo a los datos que manejan organizaciones como la Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven), la Federación Médica Venezolana (FMV) y el Colegio de Farmacéuticos en Lara, en la actualidad la escasez de fármacos para tratar enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión ronda el 80%. Al ya dramático déficit de medicamentos hay que sumarle la galopante inflación, pues los expertos señalan que los pocos medicamentos que hay en la calle encarecen semanalmente sus precios.
«Ya es un tema de acceso a los medicamentos. Aunque el Gobierno dice que las personas tienen derecho a la salud eso no es más que una farsa, pues aquí el que no tenga plata para comprar sus remedios se muere», así de categórico fue el doctor René Rivas, presidente del Colegio de Médicos en el estado Lara, cuando se le preguntó por la ausencia de medicamentos en las calles.
El experto ve con preocupación cómo la crisis le roba el derecho a la salud a las personas de clase baja. «Los medicamentos suben sin parar. Lo hemos dicho muchas veces: el Gobierno nacional privatiza la salud», continúa.
Reinaldo Morales, paciente diabético, ha vivido en carne propia la crisis sanitaria que hay en estos momentos en Venezuela, pues el hombre señala que en más de una ocasión ha interrumpido su tratamiento por no contar con los recursos necesarios para poder costear las pastillas.
«Llega un punto en el que uno elige entre la medicina y la comida. Los que somos padres siempre vamos a elegir la comida porque tenemos a personas que dependen de nosotros», comenta el hombre quien asegura que ya no puede presupuestarse para comprar un medicamento, pues señala que en un lapso menor a siete días el fármaco cambia de precio.
«El problema es que no son ni siquiera las farmacias las que controlan el tema de los medicamentos. El problema aquí son los bachaqueros, porque la insulina y las pastillas para los pacientes diabéticos son compradas en el mercado negro y allí es el dólar paralelo el que fija los precios», comenta.
Para explicar la realidad denunciada por Morales el equipo de LA PRENSA tomó datos aportados por organizaciones especializadas en escasez de medicinas como Convite o Codevida que aseguran que por mes los medicamentos para enfermedades crónicas aumentan sus precios y disminuyen su oferta en el mercado.
Medicamentos como el tríptico (antidepresivos) son una clara muestra de ello. El pasado mes de mayo este fármaco se encontraba en las calles en Bs. 5 mil. Los niveles de escasez eran altos, pero aún así se conseguía; sin embargo, dos meses después la realidad es otra, pues la ausencia de estas pastillas en las farmacias es de un 95% y su precio se triplicó, pues en las droguerías el producto vale Bs. 20 mil bolívares, mientras que bachaqueado está en 65 mil.
«Así no podemos seguir. A la lista de escasez de medicamentos cada mes se le suma un fármaco y eso complica a los enfermos que deben interrumpir sus medicamentos», comentaba Ignacio Sánchez, administrador de una farmacia en el centro.