Sin la formación del hogar y refuerzo escolar se pierden valores, como el deber y el respeto, según especialistas
Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Procurar mantener los espacios comunes como sociedad es difícil cuando se arrastran las deficiencias en la crianza familiar y no se refuerzan con la escolaridad. Se tienen individuos que no califican como ciudadanos, al desconocer la sana convivencia y la que puede llegar a atentar con insalubridad, desconociendo los llamados de atención. Es necesario tomar conciencia, cambiar la mentalidad para cumplir con los deberes en procura de conservar, por ejemplo, el orden y limpieza de áreas públicas.
«Estamos en una crisis educativa que afrontamos desde las carencias en el hogar y escolaridad», precisa el costumbrista Iván Brito, al destacar que el respeto debería empezar a ser inculcado por la familia y luego en los planteles educativos, sólo como reforzamiento. Pero los valores de responsabilidad, respeto, solidaridad y cuidado del ambiente quedan como tarea pendiente en padres que desestiman la enseñanza de hábitos positivos a sus hijos, pierden la oportunidad de asignarles compromisos a temprana edad y que asuman la vida con sensatez. La deficiencia se agrava con el sistema educativo público sin el tiempo ni recursos requeridos para impartir clases regulares, menos del civismo.
Circunstancia que obliga a implementar campañas permanentes de concienciación, con las correcciones pertinentes a los niños e infundir la disciplina como la principal fortaleza. La convivencia ciudadana es responsabilidad de todos, insiste Brito y lamenta de conductas tan comunes contra el saneamiento urbano, con personas que ignoran la contaminación por dejar la basura en la calle, incluso luego de haber pasado el camión recolector de desechos.
«Prohibido botar basura. Serás grabado», se lee en mayúsculas en avisos ubicados por la Alcaldía de Iribarren en calles donde es recurrente el servicio de recolección, pero habitantes se quejan por la insistencia de algunos vecinos que siguen arrojando escombros e incluso animales muertos que se descomponen en plena vía. «Hacen caso omiso, no les vale ni el aviso», señala Elizabeth de López, confirmando que en la carrera 28 con calle 26 el camión pasa dos veces a la semana y algunos se hacen los «desentendidos».
Ese descontento y reclamo por falta de cuidar el entorno, también lo manifiesta Felipe Mendoza al señalar hacia el aviso similar en la subida de la Intercomunal vía Duaca, a la altura de La Cañada, donde hace varios años había un aviso. Pero «los vecinos sacan los desechos de sus casas y no les importa afectar al resto de la comunidad».
A veces se toman iniciativas, tal como la encabezada por el comerciante José Daniel Álvarez a la entrada de San Jacinto, que cansados de la contaminación por los perros o indigentes que rompen las bolsas junto al respectivo aviso improvisaron un jardín. Allí junto a algunos vecinos, sembraron plantas como capachos y palmas, tomate y auyama, entre otros. «Es un problema de mentalidad, aún así ubican su basura al lado», dice decepcionado de esas escenas a diario registradas en su cámara de seguridad externa. No les importa si ya pasó el camión recolector por la zona.