Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Como si se tratara de una fastidiosa cantaleta, muchos venezolanos hacen caso omiso a respetar las normas de prevención contra el COVID-19, que van desde medidas tan elementales como uso de la mascarilla, lavado frecuente de manos y distanciamiento social, a las cuales hacen oídos sordos y desestiman la letalidad del virus.
Expertos en salud explican que son medidas tan sencillas, pero disminuyen la incidencia del posible rebrote que los especialistas temen pueda presentarse para final de año. Señalan que se trata de una consecuencia de la falta de compromiso individual y la toma de conciencia, que poco ha sido considerada en las campañas educativas por el gobierno. Muchos se creen en un ambiente de total tranquilidad, cuando el escenario sigue siendo tenso por las fallas en los diagnósticos a destiempo, para identificar los casos y aislarlos.
Se conoce el estatus de precariedad de la estructura hospitalaria, que terminó de ser golpeada con la pandemia. Pero Jaime Lorenzo, presidente de Médicos Unidos de Venezuela, reitera que «si no hay conciencia ciudadana de nuestros deberes, no podemos reclamar los derechos». Ubica ese deber ciudadano de cuidarse a sí mismo y ?por ende- a la familia o allegados.
Sobran los ejemplos con madres que usan el tapabocas, pero su pequeño hijo está sin la mínima protección. El cafecero que se lo retira, para promocionar su guayoyo y grita tan fuerte que puede salpicar de saliva, a quien le pase por el frente y hasta ignorando que pueda engrosar ese 80% de asintomáticos. También se tiene el caletero, que no soporta el peso de la mercancía y tiene como excusa, que necesita respirar «mejor». Una lista de justificativos que -muchas veces- se limitan a un requisito para ser atendidos en comercios o recintos.
No se trata de un sermón, pero Lorenzo lamenta ese descuido desde el uso adecuado del tapaboca y entiende las limitaciones de no tener dinero para comprar desechables, por lo que acuden a la realización artesanal de los mismos. Los elaboran en tela e ignoran que debería ser de algodón, para evitar las filtraciones de la humedad por la saliva y además de tener las 3 capas que exige la Organización Mundial de la Salud (OMS). El lavado es diario y secar al sol por varias horas.
Es que ni el efecto placebo puede salvar, a quienes usan esos mínimos trozos de tela con destellos de un blanco consumido por el percudido. La higiene es esencial contra ese cumulo de gérmenes y bacterias contenidos en las mínimas partículas de saliva. «Pasa con las más recomendables, los modelos KN95 que deben lavarse con extremo cuidado y evitar romperlas», advierte el infectólogo Antonio Mata González, frente a la amenaza de posibles filtraciones. Lo ideal sería utilizarla y desecharla.
Mata también llama al uso de caretas, cuya barrera de acetato protege todo el rostro. Un refuerzo al tapaboca que cuida los ojos e impide el contacto con las manos. La misma se emplea en sitios concurridos, donde tampoco se respeta el 1,5 metro de distancia en lugares abiertos, ni los 2 metros en recintos cerrados. Caso extremo, cuando se habla del transporte público abarrotado de pasajeros de pie en el pasillo y apretujados espalda con espalda.
Todo ese cóctel urbano rebasa la copa y con todo el esplendor efervescente, cuando el gentío puede estar respirando un aire totalmente contaminado por COVID-19 y tocando cualquier superficie que puede tener alojado el virus durante horas. Es el alerta de la doctora Rossi D´ Apollo, coordinadora de la Comisión Anti Covid UCLA, cuando destaca el lavado de manos frecuentemente, con el debido tiempo para frotarse los dedos y aplicarse gel alcoholado.
Sobran las excusas, que al estar en la calle no pueden lavarse las manos, simplemente se aplica el gel antibacterial o sólo alcohol. Un hábito que debe tenerse hasta al intercambiar un lapicero y verificando la calidad de un producto que contenga el 70% de alcohol. Las presentaciones de gel muy aromáticas, no tienen ese carácter desinfectante para opacar los gérmenes del coronavirus.
Las manos son los canales más viables y atractivos para el contagio. La exposición será directa al llevárselas a la cara y se evitarán las amenazas con el debido lavado, frotando los dedos con jabón durante varios segundos y así expulsar las bacterias que pueden instalarse silenciosamente o arremeter contra el sistema inmunológico hasta la muerte.