viernes, 22 noviembre 2024
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Comerciantes toman la 42 y piden prórroga

LA PRENSA.- La avenida Rómulo Ga­llegos fue epicentro de protestas en la ciudad por quinto día consecutivo. Los comerciantes infor­males se apoderaron de siete cuadras de la 42, sin tarantines, sin puestos improvisados, sino con pancartas que piden una prórroga para chambear puro por diciembre. No quieren terminar el año comiéndose un cable.

Van siete meses desde que la Policía Municipal, por un decreto expreso de la alcaldía, desalojó a más de 400 buhoneros de unos 700 metros lineales de acera donde tenían más de 20 años trabajan­do de manera informal, sin un permiso o código diferente al que ellos mismos crearon y al cual muchos alcaldes anterio­res se apegaron quizá por miedo a un costo políti­co.

Los trabajadores se sienten en una especie de limbo. Sin un área acondicionada para labo­rar han pasado los siete meses más duros de sus vidas. “Nos hemos comi­do nuestro capital por confiar en la palabra de un alcalde que jugó con nosotros, y no respetó la orden de un tribunal e interpretarla a su conve­niencia”, expresa Henry Zabaleta, líder de los in­formales quien tomó la batuta de la manifesta­ción.

En el rostro de los buho­neros se refleja la preo­cupación de no poder ejercer su actividad que le permitía la posibilidad de mantenerse. La mayo­ría en este momento se encuentra sin trabajar, sin poder producir ni un bolívar, teniendo encima el mes de diciembre, un mes bueno en las ventas. Esto les hizo reavivar la protesta que ellos han de­nominado como: calle por sus puestos, al me­nos hasta llegar a un acuerdo con la máxima autoridad del municipio.

Al comienzo de la se­mana emprendieron las primeras acciones de protesta y su nivel se ha incrementado a medida que transcurren los días. Ayer, fue una acción di­ferente a las antes toma­das. Un grupo como de 100 trabajadores se agru­pó y marchó desde la ave­nida Venezuela con calle 42. Caminaron hasta la avenida Pedro León To­rres. Los buhoneros con­taron con la participación de los concejales boliva­rianos, a quienes ellos les agradecen haberle da­do la calle y acompañar­los en esta lucha que ase­guran que no es política.

«En este tiempo nos han querido hacer ver que somos oficialistas y que nos prestamos a un juego político, pero la verdad es que la única ra­zón que nos mueve para salir a la calle es que no tengo qué darle de comer a mis dos hijos”, relata Johana Mejía, una co­merciantes informal que empezó con un pequeño puesto cuando tenía 15 años y hoy día, con dos hijos, es el único medio para mantenerlos.

El juego entre alcaldía y buhoneros está trancado. Ambos se defienden con la misma orden emitida por un juez de un tribu­nal que en su sentencia estableció que es necesa­rio conformar mesas de trabajo entre ambas par­tes para llegar a un acuerdo, pero que el mu­nicipio debe reubicar a los trabajadores.

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