José D. Sequera| LA PRENSA.- “Dame 40 tostones pana”, dice una señora a un joven que tiene dos cajas de plásticos full de estas frituras y quien estaba vendiendo cada unidad en 7 mil bolívares, por lo que la mujer necesitaba 280 mil bolívares en efectivo.
Sin pudor y ante la mirada atónita de todos los presentes, la señora saca de su cartera un fajo de al menos 120 billetes entre 500 y mil bolívares. Dura contando aproximadamente cinco minutos hasta que le entrega la plata al joven.
Esta acción es prácticamente normal en una zona donde las ventas de tostones, cigarros y bolsas transparentes con kilos de alimentos es lo que abunda y lo único que se acepta es el efectivo, pero con una intención oculta.
Se trata de El Manteco, un mercado ubicado en el centro de Barquisimeto, por los alrededores de la iglesia Sagrada Familia, en cuyas cuatro manzanas unos 200 comerciantes informales invaden aceras y pavimento, generando caos y lentitud en el tráfico, pero donde el billete venezolano va y viene en diferentes tipos de transacciones.
Y es que los comerciantes tienen un negocio redondo con la moneda venezolana, pues solo venden sus rubros en efectivo para luego revender el billete al 100%.
“No aceptamos billetes de 50 bolos”, suelta un joven vendedor de cigarros, quien explica que los billetes que circulan por allí tienen que ser de 100 bolívares para arriba, especialmente los de 500 y mil bolívares.
La demanda de billetes es tan grande, que cada tres o cuatro horas, los propios comerciantes sacan el efectivo de sus negocios para evitar un robo o una inspección de autoridades policiales.
Guardar las “lucas” es todo un proceso. Guillermo tiene su mesita en la carrera 23 con calle 33 en la que vende azúcar y café en bolsitas, pero a dos cuadras tiene su carro, un Malibu. Cuando ya tiene mucho dinero acumulado lo guarda en un bolso viejo y camina con cuidado hasta el vehículo.
Ya después, entre sus amistades o a “clientes”, va vendiendo el efectivo con el parcentaje a 100, es decir que si venden 10 mil bolívares, el cliente debe transferirle 20 mil bolívares.
“Así son los negocios, hay que moverse para no quedarse en el aparato”, enfatiza Guillermo al aceptar que en El Manteco hay anarquía y corrupción con el efectivo.
Ojo puesto
Los efectivos de seguridad, en especial Guardia Nacional Bolivariana y Polimunicipal no dejan de hacer redadas a estos comerciantes, especialmente en las horas pico.
“Siempre nos llegan entre entre las diez de la mañana hasta las doce del mediodía y desde las dos de la tarde hasta las cuatro de la tarde”, reveló una comerciante.