El ejercicio de la ciudadanía requiere de dos principios fundamentales: cumplir los deberes y defender los derechos tanto individuales como colectivos. Si bien sociólogos, politólogos y abogados coinciden en que el espacio cívico en Venezuela se ha ido reduciendo en los últimos años porque las personas han dejado de confiar en las instituciones, existe evidencia de que la ciudadanía se niega a desaparecer y, desde las organizaciones, gremios y comunidades, sigue habiendo un esfuerzo de la gente para visibilizar los problemas, deliberar y encontrar soluciones para el bien común.
Un ejemplo es el trabajo que han hecho vecinos de El Cercado, al noreste de Barquisimeto, que han tenido que unirse para adquirir con sus recursos un transformador y solucionar la falla eléctrica en su vecindario por la falta de respuesta de instituciones del Estado. También está el caso de los habitantes de la urbanización Hacienda Yucatán, al norte de la ciudad, que hace unos tres años se unieron para reactivar tres pozos que funcionaban cuando se construyeron las viviendas hace 18 años y poder contar de nuevo con el servicio de agua por tubería. Un trabajo realizado, también con recursos propios y la asesoría de Hidrolara.
Asimismo, hay organizaciones civiles que siguen manifestando las precarias condiciones de vida que tienen los adultos mayores o los trabajadores del sector público en Venezuela por los bajos ingresos que perciben, a través de estrategias como un viacrucis viviente por los derechos humanos para llamar la atención de la sociedad, como el realizado el 15 de abril en el centro de Barquisimeto, con la participación de la Iglesia católica.


Yonaide Sánchez, socióloga, explica que ser un buen ciudadano es mucho más que portarse bien. «Yo diría que la ciudadanía tiene que ver con esa manera que nosotros tenemos de pararnos frente al espacio en el que nos toca vivir, actuar, para transformarlo en el mejor lugar posible para nosotros y los demás. Para mí, la ciudadanía tiene que ver con sumarnos a proyectos que van mucho más allá de hacer las cosas bien, que son proyectos con una vocación de cambio», refirió.
Milagro Gómez de Blavia, abogada y directora del Consejo Consultivo de la Ciudad de Barquisimeto, sostiene que ser buen ciudadano comienza por tener sentido de pertenencia a la ciudad que se habita, asumir la corresponsabilidad por los problemas de su entorno, ejercer solidaridad con los desfavorecidos, pero también preocuparse por «conocer la historia de la tierra donde se vive, interesarse por conocer las oportunidades que se ofrecen y organizarse con sus coterráneos para lograrlas», mencionó.


Se necesita formación en ciudadanía
Para Nelson Chitty La Roche, doctor en Ciencias Políticas, «el ciudadano es un actor dentro del espacio público. ‘La ciudadanía es, sobre todo, un ejercicio político’, argumenta. En la Constitución de Venezuela, este concepto se establece en el artículo 39 que señala que los venezolanos ejercen la ciudadanía y, en consecuencia, ‘son titulares de derechos y deberes políticos de acuerdo con esta Constitución’. Además, el artículo 62 establece: ‘Todos los ciudadanos tienen el derecho de participar libremente en los asuntos públicos, directamente o por medio de sus representantes elegidos'».


El politólogo, Radamés Graterol, indicó que para ser ciudadanos las personas tienen la obligación y el compromiso de educarse y formarse para participar y estar activos en la vida pública. «El filósofo y politólogo italiano, Norberto Bobbio, hablaba de la necesidad de un ciudadano educado para que pueda participar activamente en lo que es el proceso democrático, porque considera que la persona que no está informada, que no se educa, es presa fácil de la desinformación y la manipulación y de las malas decisiones», resaltó.