José D. Sequera| LA PRENSA.- Aunque suene cruel, el aguinaldo navideño que puede recibir cualquier pasajero al llegar al Terminal de Pasajeros de Barquisimeto es que un choro lo despoje de sus pertenencias, pues diariamente en la estación terrestre y sus alrededores se registran entre ocho y 10 robos, a pesar del despliegue de seguridad navideño que realizó la Gobernación de Lara y los cuerpos policiales de Lara el cuatro de noviembre.
Un funcionario de la PNB del terminal asegura que los delitos más comunes son el robo de artículos personales (teléfonos, cartera, dinero en efectivo, entre otros) y el de maletas tanto dentro de las unidades de transporte como a su salida.
Según expresan fuentes de los cuerpos de seguridad que se encargan de velar por la paz del terminal, el modus operandi que utilizan los carteristas no ha cambiado en años.
Siguen a la persona por al menos media cuadra y si ven que está distraída le arrebatan la cartera de sopetón y salen corriendo como alma que lleva el Diablo”, explica el funcionario, quien confiesa que tantas personas en la zona y en la estación terrestre hace imposible su labor de prevenir el delito.
Choferes, comerciantes y usuarios confirman la poca efectividad de la GNB y PNB que patrullan en el terminal. Érika Malmarza tiene 15 años vendiendo mangos en la entrada principal y detalla que ha visto todo tipo de delito. Aquí la delincuencia nunca tiene descanso, a toda hora la gente anda asustada porque no sabe si los van a robar o no, y es entendible porque aquí a veces roban a la gente y ni se dan cuenta”, enfatiza con fuerza.
También existen otros factores en el terminal y sus alrededores que son como una especie de caldo de cultivo para la delincuencia y son: los indigentes, las prostitutas, consumidores de drogas que viven en el cementerio al lado de la estación y los, al menos, 10 bares cercanos que están abiertos casi las 24 horas del día.
Rolando Seijas viaja desde hace ocho años para Caracas en los autobuses que parten a medianoche y señala que en una ocasión casi lo robaron justo cuando estaba llegando.
Mi esposa me dejó en la esquina de la carrera 24 con calle 42 a las 10:00 de la noche. Cuando iba rumbo a la entrada principal, me llegaron dos chamos que no alcanzaban los 18 años y con un chuzo me pidieron mi teléfono. Menos mal venía un PNB y los agarró de una vez, pero eso fue un susto muy grande”, relata Seijas.