Conocidas por un diseño que mezcla varios estilos arquitectónicos con marcadas influencias neoclásicas, introducidas en el país en la segunda mitad del siglo XIX por el presidente Antonio Guzmán Blanco, las casas de estilo republicano han presenciado grandes momentos de la historia local y aunque muchas están en estado de abandono, en su momento fueron los cimientos que dieron paso a la modernización de Barquisimeto.
Fueron construidas con la intención de afrancesar la ciudad y así captar la inversión internacional, ya que las autoridades civiles de entonces consideraban que mostrar una ciudad más moderna al mundo abría puentes de negociación de distintos rubros a escala internacional, vendiéndose entonces la idea de un país políticamente estable, para convertir a Venezuela en una nación potencia.
Estas casas que hoy día son llamadas erróneamente coloniales, fusionaron lo clásico con lo moderno y se edificaron sobre los vestigios de las propias casas coloniales de la ciudad que se perdieron en el terremoto del 26 de marzo de 1812. Las edificaciones republicanas se caracterizan por la introducción de nuevos materiales, como el hierro, el vidrio y el acero, además de molduras en relieves que enmarcan puertas y ventanas, dejando de lado la superficie plana con zócalo, que es el cuerpo inferior de la fachada, cornisa y cuerpo atrio de los frentes de las casas simples coloniales.
Este estilo de construcción adaptó también elementos de la arquitectura decimonónica europea (que se deja influir por la añoranza al pasado) que da una vuelta a estilos del pasado como el neogótico, neorrománico y neoclásico. Es importante resaltar que entre 1812 y la llegada del guzmancismo al poder, en 1870, las guerras entre caudillos y militares impidieron el levantamiento de las ciudades en ruinas.
La arquitecto Claudia Rodríguez, especialista en restauración y arquitectura colonial, detalló que la intención del Gobierno fue cambiar por completo la fisionomía de la ciudad manteniendo aspectos de los tiempos de la colonia, como fue la ubicación de un patio al centro de la casa, al que rodean amplios corredores que distribuyen el paso a los distintos espacios de las casas. Se propuso mantener también el diseño simétrico y los amplios muros.
“Se puede apreciar que, aunque se llaman casas coloniales, las que vemos en la actualidad en el casco histórico de la ciudad son casas netamente republicanas porque nacen en ese período de la historia a las que insertan grandes aspectos del modernismo europeo que no se hallaban en la colonia. Barquisimeto dio un paso agigantado al modernismo utilizando la técnica del tímpano que es muy republicano y que se evidenció en la entrada del Hospital de la Caridad y otras edificaciones que lamentablemente ya no están, como el Mercado de las Cien Puertas, la primera fachada del Teatro Juares, el Cuartel de Barquisimeto, la Casa Bonita y la Casa de Eustoquio Gómez”, explicó Rodríguez.
Según Urbipedia, en arquitectura, un tímpano es el espacio triangular o semicircular enmarcado por un frontón o un arco, típicamente sobre una puerta o ventana, a menudo decorado con relieves o esculturas.
“En la actualidad, algunas de estas emblemáticas edificaciones republicanas comienzan a desmoronarse por la falta de mantenimiento preventivo y el alto costo de la reparación, que nada más para la sustitución de los techos los propietarios deben disponer de más de 1.500 dólares, sin meter la permisología pertinente ante las instancias nacionales, en este caso el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), lo que ha conllevado a que en la ciudad queden en pie sólo unas 50 casas que se ubican a lo largo de las carreras 15 y 16 de Barquisimeto”, comentó el costumbrista Iván Brito.
“Tenemos un casco histórico desde el año 1983, por decreto presidencial y con la realización del catálogo del registro general del patrimonio cultural en 2005 se ratifica ese decreto. Desde su construcción hasta 1950 eran 150 lotes, viviendas o casas como lo quieran llamar. La poligonal que tiene el IPC va de la calle 26 a la calle 21 y de la carrera 14 a la 18, todo eso es zona patrimonial y allí están esas imponentes casas”, detalló Brito.
Caminar por el centro de Barquisimeto, precisamente por los alrededores de la iglesia San Francisco de Asís, es hacer memoria de la historia de la ciudad, donde ahora se aprecian casas republicanas de coloridas fachadas; sin embargo, una casa mantiene su corte colonial y es precisamente la casa de las señoritas Silveira, que también fue propiedad de Francisco de Paula Escalona, presidente del Cabildo de Barquisimeto en 1810.
El cronista Ricardo Valecillos, quien es el propietario actual de esta edificación, afirma que en Barquisimeto esta vivienda colonial es la única que se mantiene en pie, cuyas intervenciones han tratado de conservar la originalidad de la obra y resaltó que lo que es la casa cural de la iglesia Inmaculada Concepción, el Instituto Diocesano y las casas que se ubican en la carrera 17 con calle 24 poseen elementos propios de las casas coloniales.
“Si comparan la casa de las hermanas Silveira con las otras que están en el lugar se darán cuenta que hay diferencias en la forma de las casas, aquellas poseen estilos y elementos que engalanan la fachada, mientras que esta es muy sencilla, austera, siendo la característica fundamental de las casas coloniales”, detalló Valecillos.
El cronista detalló que los techos de las casas coloniales eran bastante altos, mientras que luego del terremoto las nuevas edificaciones se hicieron de menor altura por temor a que un nuevo sismo provocase daños mayores.
Miembros del Consejo Consultivo de la Ciudad de Barquisimeto (CCCB), han afirmado que en la preservación de los espacios que atestiguan la historia local, a pesar de que existen ciertas ordenanzas y decretos municipales y estadales que obligan a la preservación de los lugares históricos, cada día están más deteriorados.
María de Lourdes Ríos de Chiossone, conocida como Yuyita Chiossone, miembro del CCCB, sostuvo que las casas del casco histórico son “el emblema de la ciudad, una tarjeta de presentación para quien la visita y una cartilla de identidad para sus habitantes y lamentablemente aquí se tienen varias casas en ruinas”.
“Sin darnos cuenta hemos entrado en un relativismo en el que ya no nos importa si muere o no la identidad. Se tienen que impulsar políticas públicas que incentiven esa preservación de las casas con intervenciones que favorezcan y respeten el estilo arquitectónico de ellas”, soltó Chiossone.
Arquitectos y cronistas sugieren darles vida a estas casas, restaurándolas para convertirlas en un futuro en un restaurante o un lugar de promoción de la historia y la cultura, y a los propietarios otorgarles financiamiento para la recuperación de viviendas de gran valor turístico para la ciudad.
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