martes, 5 noviembre 2024
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Casas hogares hacen malabares

José Sequera | La PRENSA.- Con una sonrisa muy jovial, la señora Lucrecia de Noriega ve su programa de televisión preferido a las 3:30 de la tarde, a mucho volumen porque no oye bien. Mientras esto ocurre, espera por el momento en el que alguna de las hermanas que la atiende en una casa ho­gar le toque la puerta y le avise que ya será la hora de cenar.

Así como vive la señora Lu­crecia muchos de sus contem­poráneos están siempre a la ex­pectativa por saber qué será de su alimentación, ya que con la actual crisis económica que se vive, en las residencias para personas mayores están vien­do la manera en la que pueden alimentar de manera balancea­da a todos sus huéspedes.

El proceso para obtener la co­mida es básicamente la misma en todos los hogares: donacio­nes de comida. Según la her­mana Ermelinda Montesinos, del Hogar “Sagrado Corazón de Jesús”, tanto organizacio­nes gubernamentales como privadas, así como familiares de algunos de los abuelos, son quienes hacen las donaciones de alimentos.

“Hay empresas como la Polar y la Alcaldía, que siempre es­tán pendiente de nosotros y no nos dejan desamparados. A pe­sar de eso, tuvimos que quitar la merienda de las tardes por­que no tenemos lo suficiente” aseveró Montesinos.

Por su parte, sor Ramona Alonso, directora de la Casa Hogar “San Vicente de Paúl” aclaró que a pesar de dar mu­chas vueltas para conseguir la comida, siempre terminan consiguiendo gracias a la gente que se preocupa en brindarles una mano amiga.

“Mis colaboradoras y yo nos vamos a Mercabar a comprar todas las verduras, y pagamos todo al precio que es. Sin em­bargo hay personas que perso­nas que nos ayudan porque nos ven vestidas de monja”, narró Alonso.

La misma situación puede ser vista en la Residencia “Dr. Bar­tolomé Finizolla”, ubicada en Duaca, donde día a día el per­sonal de esta residencia trabaja casi que con las uñas para po­der darle una buena calidad de los 16 “abuelos” que viven allí.Pastora de Ortega, encargada de este recinto, afirma que ca­da vez es más difícil poder mantener a los “viejitos”, por­que conseguir la comida no es tarea fácil. Sin embargo, hay personas muy bondadosas tan­to en Duaca como en Barquisi­meto que aún tienen para dar.

“La alcaldía nos pasa 50 mil bolívares mensuales, pero con eso ¿qué podemos comprar?, gracias a Dios aún tenemos co­laboradores que nos aportan una pequeña ayuda para poder alimentar a estos viejitos”, des­tacó de Ortega.

Además, por la escasez y los altos precios de la comida, se compra lo que haya y lo que es­té más barato. Por eso, el me­nú en estos hogares es un poco repetitivo, a pesar de los es­fuerzos que se hacen.

El desayuno se compone de una taza de algún cereal como avena o fororo acompañado de una arepa o un pan con huevo. El almuerzo es arroz con gra­nos y vegetales o pasta con queso o sardina.

La merienda de la tarde gene­ralmente es una taza de arroz con leche o una papilla. Por úl­timo, la cena, es cereales o una ensalada de vegetales. A pesar de toda la falta, las ca­sas hogares están determina­das a mantener a los viejitos en su peso normal, porque la mi­sión es que ellos pasen sus años dorados de la mejor ma­nera posible. Claro, hasta don­de se pueda.

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