José Sequera | La PRENSA.- Con una sonrisa muy jovial, la señora Lucrecia de Noriega ve su programa de televisión preferido a las 3:30 de la tarde, a mucho volumen porque no oye bien. Mientras esto ocurre, espera por el momento en el que alguna de las hermanas que la atiende en una casa hogar le toque la puerta y le avise que ya será la hora de cenar.
Así como vive la señora Lucrecia muchos de sus contemporáneos están siempre a la expectativa por saber qué será de su alimentación, ya que con la actual crisis económica que se vive, en las residencias para personas mayores están viendo la manera en la que pueden alimentar de manera balanceada a todos sus huéspedes.
El proceso para obtener la comida es básicamente la misma en todos los hogares: donaciones de comida. Según la hermana Ermelinda Montesinos, del Hogar “Sagrado Corazón de Jesús”, tanto organizaciones gubernamentales como privadas, así como familiares de algunos de los abuelos, son quienes hacen las donaciones de alimentos.
“Hay empresas como la Polar y la Alcaldía, que siempre están pendiente de nosotros y no nos dejan desamparados. A pesar de eso, tuvimos que quitar la merienda de las tardes porque no tenemos lo suficiente” aseveró Montesinos.
Por su parte, sor Ramona Alonso, directora de la Casa Hogar “San Vicente de Paúl” aclaró que a pesar de dar muchas vueltas para conseguir la comida, siempre terminan consiguiendo gracias a la gente que se preocupa en brindarles una mano amiga.
“Mis colaboradoras y yo nos vamos a Mercabar a comprar todas las verduras, y pagamos todo al precio que es. Sin embargo hay personas que personas que nos ayudan porque nos ven vestidas de monja”, narró Alonso.
La misma situación puede ser vista en la Residencia “Dr. Bartolomé Finizolla”, ubicada en Duaca, donde día a día el personal de esta residencia trabaja casi que con las uñas para poder darle una buena calidad de los 16 “abuelos” que viven allí.Pastora de Ortega, encargada de este recinto, afirma que cada vez es más difícil poder mantener a los “viejitos”, porque conseguir la comida no es tarea fácil. Sin embargo, hay personas muy bondadosas tanto en Duaca como en Barquisimeto que aún tienen para dar.
“La alcaldía nos pasa 50 mil bolívares mensuales, pero con eso ¿qué podemos comprar?, gracias a Dios aún tenemos colaboradores que nos aportan una pequeña ayuda para poder alimentar a estos viejitos”, destacó de Ortega.
Además, por la escasez y los altos precios de la comida, se compra lo que haya y lo que esté más barato. Por eso, el menú en estos hogares es un poco repetitivo, a pesar de los esfuerzos que se hacen.
El desayuno se compone de una taza de algún cereal como avena o fororo acompañado de una arepa o un pan con huevo. El almuerzo es arroz con granos y vegetales o pasta con queso o sardina.
La merienda de la tarde generalmente es una taza de arroz con leche o una papilla. Por último, la cena, es cereales o una ensalada de vegetales. A pesar de toda la falta, las casas hogares están determinadas a mantener a los viejitos en su peso normal, porque la misión es que ellos pasen sus años dorados de la mejor manera posible. Claro, hasta donde se pueda.