Atienden a 36 señoras de la tercera edad y les animan a vivir con serenidad durante la vejez.
Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Esa preocupación por las mujeres desamparadas que ocupó a Santa Genoveva Torres Morales fue la misma que incentivó a las hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Santos Ángeles a levantar una obra de ayuda en España y que tiempo después llegó a la entidad larense, estableciéndose en la Casa Hogar Santos Ángeles en Cabudare. Un refugio asumido desde la convivencia familiar que atiende, protege y o- frece compañía a 36 señoras de la tercera edad, complacidas de la serenidad, presencia espiritual y respeto en esta etapa de la vida.
Se trata de un hogar concebido desde el carisma y empatía, encabezado por la hermana superiora, Victoria Gutiérrez Soto, conocida cariñosamente como Vicky, junto al resto de las hermanas angélicas Silvia Vásquez, Maryori Martínez y Lenisbeth Escorcia. Todo un equipo que incluye el mantenimiento, higiene, alimentación, cuidados de salud y demás aspectos que permiten la operatividad de esta casa hogar.
Gran acogida
La bienvenida a este recinto empieza por apreciar una visible placa, recordando el agradecimiento al ingeniero Hugo Quiroga, responsable del proyecto de la casa hogar. La vista se complace en una visual que no tiene nada que ver con encierro, por el contrario, estas inquilinas ingresan a un espacio de libertad emocional que permite incluso las salidas con familiares o allegados. Es un refugio que cuenta con la sombra de enredaderas, pero también da cabida a espacios iluminados con luz natural que pasan a través de algunas paredes de cristal.
La estabilidad emocional, seguridad y confort se mantienen como los principios de este refugio pensado en función de una placentera estadía para adultos mayores. Un espacio pulcro y tranquilo para el descanso. Cuenta con amplios pasillos que dejan ver esas zonas ventiladas y paredes con pasamanos.& ;
Disponen de un amplio comedor en el que cumplen con una dieta balanceada, donde los comensales pueden permanecer conversando por largo tiempo y luego subir a disfrutar de su siesta. Tienen tanta comodidad, que les llevan el desayuno a la cama y las habitaciones de estas mujeres están personalizadas, tanto que pueden disfrutar del aire natural mientras están sentadas en el balcón. Así lo confirman Alba Montenegro que deja ver a su Virgen de Coromoto y libros en su habitación, mientras Graciela Díaz impregna sus paredes del color de sus mándalas y sin miedos deja volar su imaginación para crear piezas con su máquina de coser.
Vivir en paz
Siempre buscan que los años tengan vida, así lo deja claro la hermana Vicky, haciendo referencia que la persona no es un objeto que se guarda en algún lugar para el resto de su vida. «Se trata de que se despierte o continúe activa en sus capacidades, en todo lo que pueda hacer y aportes diarios», indica al descartar que se mantengan solamente encerradas ni siquiera sólo viendo televisión.
Descartan cualquier tipo de aislamiento, porque estas señoras siempre están compartiendo en grupo, desde el principio de la unidad en la familiaridad. Además de no olvidar la necesidad de nutrir lo espiritual con el rosario y misa diaria. Los jueves son dedicados a las terapias físicas, viernes están dedicados al canto y los sábados se disponen para un compartir alterno. La hermana Vicky recuerda lo divertido para estas señoras, cuando son visitadas por jóvenes y se animan a participar en juegos de mesas. El baile tampoco puede faltar y ese protagonismo del diálogo o tertulias en otros encuentros permanentes. Siempre por la sana recreación.
La libertad es absoluta y solamente les exigen el respeto de los horarios. Pueden salir durante las mañanas varios días y hasta permanecer varios meses con sus familias, pero regresar. Les permiten salir a almorzar o cenar con sus parientes, tal como sucede en fechas especiales, como cena de Navidad y de fin de año.
Una de las hermanas está encargada de enfermería, es médico y la mayoría de las señoras tienen sus doctores de cabecera, así como el servicio de Ascardio. Pero siempre cumplen el seguimiento y con la debida participación de familiares directo.
Nutren lo espiritual
A diario se acercan a Dios con el santo rosario, junto a los cánticos y oraciones de las misas en la capilla. Uno de los llamados reza «Jesús dice: No dejemos a Dios que ame solo», recordando la vigencia de amor por el prójimo que está escrito en la Biblia en 1° Juan 4:7-20, ese que tanto aplican en el día a día.
Precisa que la eucaristía es el sacramento, grandioso por excelencia, aplaudiendo este ejercicio espiritual permanentemente. «Es el alimento espiritual y no nos puede faltar como cristianos», exalta a ese Jesucristo que se ofrece, regalo dado por el Señor y el mismo que se ofreció en la cruz.
Atentos a servir
«Este lugar es privilegiado, considero que Dios nos ha premiado con estas hermanas, porque atienden en soledad. Momento en que se necesita de gran apoyo», exclama la voluntaria Carmen Alicia Carmona de García, de una atención que cubre las necesidades espirituales. Resalta lo valioso de tener fe, una actitud positiva ante la vida y así la soledad será más fácil.
Carmona permaneció durante seis años como presidenta del voluntariado y se mantiene atenta a acompañar a las hermanas angélicas en las actividades que tengan previstas. Recuerda que era vecina de la sede inicial en la urbanización Santa Elena, tuvo contacto directo con las religiosas y siempre está presta a cualquier aporte.
«Ellas deben tener un premio especial en el cielo, porque se han dedicado con mucho amor a estas personas que necesitan un apoyo importante al final de sus días», señala convencida de que todo va a seguir marchando muy bien.
Tal compromiso también es asumido por Luisa Núñez de Lattuf, quien asumió la presidencia del voluntariado desde hace seis meses, pero lleva 18 años en este grandioso equipo dispuesto a ayudar a las hermanas, al ser ángeles de la soledad.& ;
Siempre les ofrecen compañía a las señoras, además de colaborar en fechas importantes y cualquier otro tipo de actividades. Es bienvenido cualquier beneficio y recuerda que para recaudar los fondos para la construcción de la casa hogar se planificaban diversos eventos, como el «Domingo familiar» que se realizaban en el Country Club, también rifas y demás opciones para poder cubrir el presupuesto.
«Servir llena de satisfacción, dar es gratificante y uno recibe esa bendición espiritual, de enseñarnos esa entrega incondicional», admite Núñez, de esa fraternidad que las hace sentir como en una segunda casa, que también ha formado religiosas en un hermoso semillero y ofreciendo el apoyo a los hijos del personal.
La Casa Hogar Santos Ángeles es la esperanza de vida de mujeres que siguen activas con todas sus capacidades y con una paz espiritual que les permite seguir soñando. Las hermanas angélicas ya tienen el cielo ganado, así lo confirman quienes han tenido la dicha de trabajar con ellas en esta obra de acompañar y apaciguar la soledad.