Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- No existió mal tiempo, ni aún porque las nubes se ponían más intensas, los devotos de Nuestra Señora del Rosario de Aregue acompañaron a su patrona en su visita trigésimo tercera a Carora. La fe estuvo cargada de ese ánimo por procurar su protección, además de su intercesión para la sanación de los enfermos y cese de la pandemia por covid-19. Llegó con una lluvia de bendiciones para el pueblo.
La bienvenida fue triunfal de este lienzo sagrado desde la iglesia Beata María de San José, que al arribo del chiquimóvil despertaba los aplausos más sentidos de una feligresía, aguardando entre lágrimas de esperanzas por un reparo a estos momentos de tanta dificultad. En el camino eran esperados por familias, quienes vistieron sus altares y elevaban sus plegarias. Un recorrido por las parroquias de la zona pastoral San Juan Bautista.
El discurso de Carlos Curiel, obispo de la diócesis de Carora, resaltó ese recibimiento de un pueblo con el corazón abierto, tomado de ese rostro materno. Definió como una visita de consuelo y paz para hacer frente a las adversidades, tan propicia en esta pandemia.
El consuelo y esperanza por tiempos mejores fue el mensaje central de quienes piden a la virgen de Aregue, principalmente por la salud. Una visita maternal que abrazó a un pueblo que superó el inclemente aguacero, porque el fervor era superior por acompañar a la advocación de la Madre de Dios.
Recordó que se realizará la Marcha por la Fe, pero respetando las medidas de bioseguridad. Todo con el llamado a no bajar la guardia, porque cuidarse a sí mismo es cuidar a los demás.