Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.- Tiene 22 años, pero a los 16 ya se preocupaba por los habitantes más pobres de Morán, un municipio agrícola del estado Lara. Andrés Hübsch es ingeniero biomédico graduado en la Universidad de Pensilvania en Estados Unidos, y aunque nació en Caracas tiene sus raíces maternas y una conexión especial con El Tocuyo. Ver la necesidad de la gente en el país donde existe una crisis humanitaria compleja con grandes deficiencias en los centros de salud pública como falta de equipos médicos, insumos o personal lo hizo sensibilizarse desde adolescente y buscar la manera de aportar un granito de arena con su inteligencia, pasión y trabajo para mejorar la salud de los morandinos.
Más de la mitad de su vida la ha pasado en Estados Unidos, pero su arraigo con Venezuela está intacto. Decidió trabajar como voluntario en la asociación civil Hijos de Morán, que con aporte de particulares y empresarios privados dentro y fuera del país atienden las necesidades nutricionales, médicas, educativas y de servicios de los pobladores más vulnerables del municipio desde hace más de siete años.
«Desde los 16 decidí utilizar mi tiempo, energía y corazón para poder ayudar a los que más requerían. Mi preocupación principal se centra en prestar un servicio de calidad en términos de salud«, expresa el joven de mirada profunda, cuya juventud no es un impedimento para tener los pies bien firmes sobre la tierra. Sus ganas de servir a quien lo necesite es su apostolado.
«Mi ayuda consiste en desarrollar proyectos para aumentar los servicios de salud que le podemos brindar a los pacientes de El Tocuyo, zonas aledañas y Venezuela en la Medicatura Hijos de Morán. Por ejemplo, ahorita buscamos crear un servicio odontológico y estamos en la construcción de un consultorio nuevo. Tratando de instalar todos los equipos, un sillón odontológico para los pacientes y hacer los enlaces para el personal médico que podrá prestar consultas», explicó.
Además de gerenciar los proyectos, Andrés Hübsch se encarga de conseguir los donativos y contactos para que esa atención sea posible. Su labor es ponerse la mano en el corazón y lograr con su ayuda y entusiasmo el beneficio de otros.
Su profesión mezcla la medicina y la ingeniería. Se ha preparado para diseñar, desarrollar y construir tecnología médica, dispositivos de diagnóstico y de terapia. Algo que compagina muy bien con su vocación altruista.
«A mí me gusta mucho la matemática y la ciencia. Para mí, la ingeniería biomédica es una disciplina de cómo resolver problemas… No soy doctor, no estoy entrenado para ser médico, pero sí quiero estar muy cerca de cómo se apoya la salud con la tecnología. Siempre estoy pensando en cómo hacemos para diseñar equipos para diagnosticar enfermedades, prevenirlas y cómo crear medicinas nuevas«, expresó el joven.