viernes, 22 noviembre 2024
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Alfredo León lleva más de 35 años entre la madera y el cobre

Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Ese juego de colores claros atrapa en la mirada de Alfredo León, mientras sus dedos llevan las huellas de ese trabajo con pinzas o tejidos que lo sumergen en la artesanía. A más de 35 añ;os inmerso entre piezas únicas se ha ganado el respeto de otros creadores que reconocen su larga trayectoria y lucha por la defensa de este sector ante la sociedad.

Su discurso es fluido y por eso fue reconocido el pasado Día del Artesano, como el orador de orden en la sesión especial en el Concejo Municipal de Iribarren, donde recibió un reconocimiento especial por su larga trayectoria. Se siente a placer bajo la sombra del almendrón y estando a un costado del Teatro Juares, donde un mantel blanco resalta parte de sus piezas en madera, cuero, cobre y bronce.

Es de alma, es libre, así como ese espíritu que lo lleva itinerante por las principales calles de Barquisimeto. Ha dejado sus huellas en la calle 27 entre 19 y 20, que luego lograron que se declarara como zona de protección artesanal. También en la frescura de la plaza Los Ilustres y en cualquier lugar que le permita el contacto directo con aquellos que valoran el verdadero trabajo artesanal. Su disposición es permanente y no tiene prisa para compartir un mínimo de su vivencia con cada una de sus obras, sin importar que sean pulseras, gargantillas, tobilleras, anillos, zarcillos y hasta aquellas de gran formato en fierro forjado, con ensamblaje de piezas de carros. Es tanta su creatividad, que levantó a Don Quijote con su armadura entre la precisa unión de bujías y otros repuestos de carros.

Soñ;ador constante

Las esculturas en metal han sido su debilidad y pueden superar 1,5 metros de altura. «¡;Yo ando por la calle es mirando qué pueda conseguirme en el camino!», exclama de su fascinación por conseguir tuercas, tornillos, alambres o alguna pieza vieja que transforma con su trabajo artesanal. Sonríe al confesar ser amigo de varios chatarreros o dueñ;os de talleres, quienes hasta le guardan alguna que pueda ser de utilidad a ese estilo de León.

Como todo un experto, al ver una pieza su cerebro empieza a ubicarla en alguna creación. Su experiencia es tan precisa, que la mayoría de las veces acierta con ese modelo inicial. No trabaja con patrones a papel, por lo que todo sale directamente de su imaginación y sus manos le dan forma, además de lo pertinente del volumen. Todos en colores sombríos, con destellos de envejecido.

Reconoce que a veces debe frenarse y dejar de ser impulsivo, para no exagerar y atiborrar su taller. Es el lugar sagrado de su casa en Los Crepúsculos, donde tiene todas sus herramientas junto a la reguera de piezas de pivotes (circular), bujías, diversidad de alambres y hasta una corona de moto que puede terminar como una genuina coladora de café.

«Nunca fui aplicado para estudiar», recuerda de la preocupación que le dio a su mamá, Ana Martínez Rodríguez, quien le inculcó aprender algún oficio artesanal. Primero fue la albañ;ilería

Sus dos hijos siempre lo han apoyado, así como su nieta. Ellos crecieron viéndolo entre cueros, madera y metales, con la exactitud en el martillo y el cuidado extremo en los cortes con la hoja de la segueta. También entre las combinaciones con el tejido macramé, que es 100% manual. Además del apoyo con aparatos, como la máquina de soldar y equipo de oxicorte.

Pero, ¿;qué ha sido lo más difícil para Alfredo León?, responde que ir más allá del «está bonito», para que se reconozca y acepten al creador. Además del desafío al lograr que todas las piezas cuadren, tal como lo tenía en mente. Compilar el material y dar con las formas que terminan en piezas únicas a partir de un anillo, el efecto envejecido que puede resaltar piedras ojo de tigre o serpentina. Huesos y corales que llevan impreso ese elemento natural.

 

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