Los adolescentes a partir de los 12 años y los jóvenes hasta los 21 años de edad están más expuestos a las adicciones como al alcohol, al consumo de drogas y a las pantallas. Esta incidencia ha sido registrada en el Centro Integral para la Rehabilitación de las Adicciones (CIRA), donde se atiende a los pacientes en terapia de grupos. Entre las principales causas identificadas están la curiosidad, los modelos familiares y la sobreprotección.
Según el psicólogo, Luis Alberto Oropeza, la vulnerabilidad empieza por el interés de experimentar lo desconocido, que suele ocurrir en grupos de amigos. También influyen aquellos padres que crían a sus hijos en una especie de burbuja segura, sin imaginar que pueden tornarse en rebeldes y buscar ese placer prohibido. Asimismo, patrones familiares permisivos normaliza situaciones que son contraproducentes.


Lamenta que el consumo de alcohol tenga tres veces más probabilidad de ocurrir cuando se relaciona con una celebración. Seis de cada 10 hijos de padres con problemas de bebida copian su mal ejemplo.
Factores que llevan a las adicciones
La dependencia digital es otro factor que sigue creciendo en silencio, como advierte Oropeza, al salirse del supuesto control disciplinario: el teléfono es un premio al cumplir con las obligaciones escolares y se suspende como castigo. «Se ven como juegos inofensivos le vinculan con varias personas en línea, en su mayoría desconocidas», recalca.
Los indicadores pueden estar a la vista de los padres, empezando por el descuido y la desmotivación en sus estudios, así como la insistencia en buscar privacidad con patrones de aislamiento.


La atención especializada en materia de adicciones favorece la rehabilitación, comenzando con la desintoxicación. Esta se realiza tras una evaluación médica para determinar el funcionamiento del organismo. Posteriormente, un equipo liderado por un internista y un psiquiatra aplica un plan de tratamiento farmacológico y vitamínico, descartando posibles efectos en la tensión arterial, el colesterol, el intestino y sistema cardiovascular.
Se inician terapias para la deshabituación y se confía en la modificación del estilo de vida, con casos que sólo necesitan atención ambulatoria y supervisión por tres días, y otros que exigen hospitalización con supervisión médica continua.