Guiomar López | LA PRENSA DE LARA – No se aguantan las ganas por reunirse y tienen fechas para escoger. La lista empieza desde el Espíritu de la Navidad, Nochebuena, el sancocho del 25 de diciembre y despedir el año viejo. El COVID-19 es el primer aguafiestas y si la confianza termina en descuido, la gente no se protege y este monstruo pasa a la inmensa dimensión del Grinch.
Son varias fechas de encuentros, pero los especialistas empiezan por advertir que el festín debe ser en íntimo, con un máximo de 6 personas y que serían mínimas las excepciones a menos de 10 miembros. Lo ideal es que sean solo con los integrantes del hogar y sin invitados. Cada quien celebra en casa, pero no deben olvidar ese abismo en el mundo con más de 75 millones de bolívares y que supera 1 millón 600 mil fallecidos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que lo más seguro desde un punto de vista sanitario es no visitar a otros familiares en las fiestas navideñas y quedarse en casa. «Hay una diferencia entre lo que las autoridades te permiten hacer y lo que deberías hacer. Lo más seguro ahora es quedarse en casa», recomendó el director de la OMS-Europa, Hans Kluge.
Letra muerta
¿Pero se puede mantener el control?, sabiendo que el virus puede encontrar cobijo desde el abrazo y beso de bienvenida, en cada carcajada, al gritar intentando entonar con el karaoke y al tardar mucho tiempo sin el tapaboca, mientras se está hablando y comiendo. Lo advierte la epidemióloga Carmen Torres, para evitar llenar la casa de invitados y sentarse en la sala, incluso para compartir tragos en una misma copa.
Con ese ambiente de jolgorio, tal vez la familiaridad descartará la aplicación del alcohol o gel antibacterial. Un grave error, porque el virus es tan volátil que puede instalarse en cualquier superficie y permanecer varias horas. Además que lavarse las manos pueda quedarse en letra muerta y sin el hábito, que apenas pueda asociarse previo a la comida.
A muchos les costará privarse de la acostumbrada selección musical, esa que al máximo volumen escuchan vecinos a varias cuadras. Esto es un detonante para gritar, en lugar de hablar y para acercarse hasta quien está hablando, esperando ese susurro en el oído. Será inevitable entenderse y se quitarán el tapaboca, liberando todo tipo de gérmenes en ese esfuerzo por comunicarse.
Cuando asisten niños, será difícil aplacar sus energías y demostraciones de afecto. Se abrazarán, se lanzarán al piso y su juego no será entorpecido por el 1,5 metro de distanciamiento. «Los niños se educan y así van comprendiendo», exclamó el infectólogo Antonio Mata González, ante los pequeños con ánimos de divertirse y será inevitable con la tentación de la visita de varios primitos, amiguitos y otros.
La celebración puede ser consecutiva, al reunirse 4 veces en grupos pequeños y así evitar que todos se aglomeren en un solo festín. Todos querrán reunirse, pero deben recordar que a más personas, mayor riesgo de infección.
Se empieza por acondicionar
Como si se tratara de un croquis mental. Si se acude a la conciencia, los invitados debieron mantenerse a resguardo durante varios días, porque el virus puede manifestarse hasta en 15 días.
Un lugar abierto es el más indicado, bien sea el patio o terraza de un apartamento. Así evitar que se concentre la respiración o transpiración. En interiores, la ubicación ideal es cerca de puertas y ventanas, que estarán abiertas para asegurar la ventilación natural. No se confunda la frescura del aire acondicionado, es más se debería prescindir de éste durante el encuentro y así no conservar infecciones.
Al momento de comer, pensar como en la cartilla de protocolo y etiqueta. Un mesón amplio con los puestos separados. Saber quién servirá la comida, que sea una sola persona o preferiblemente el autoservicio. Volver a lavarse las manos. Mantener el tapaboca hasta el primer bocado.
Los intercambios de regalos serán en exteriores y privándose de abrazos. Ese calor humano queda desplazado por la prevención anti COVID. Se desinfectan las manos y el obsequio con alcohol .