Guaro Mirón | LA PRENSA DE LARA.- En lugar de cotillón lo que me llevé fue unos cuantos tobitos. Hace unos días me invitaron a cantarle cumpleaños a la nietecieta de mi buena amiga Ana León, y como yo no me pelo un bonche le acepté la cordialidad.
Me monté mi mejor pinta, pulí mis zapatos y peiné para ir a tomar un ruta que me llevara hasta la carrera 8 entre 17 y 18 del barrio San Antonio II.
¡Naguará! Cuando llegué lo primero que noté es que no había ni un alma en la pachanga, lo único que había era un montón de gente en las calles que desde lejos se veía tenían con una manguera y varios tobitos para cargar agua.
Poco a poco me fui acercando hasta el lugar, allí fue donde vi a Ana acompañada de la cumpleañera y con la cara llena de vergüenza me dijeron que se les había retrasado todo debido a que no tenían ni una gotica de agua para atender a los invitados.
Resulta que desde hace más de 15 días alrededor de 20 familias de la comunidad quedaron solo recibiendo aire por las plumas.
«Ay Guarito, yo creo que esa gente de Hidrolara piensa que nosotros somos unos camellos. Como es posible que ni siquiera tengamos para bañarnos» me comentó Ana mientras me recordaba que con ella viven nada más y nada menos que 16 personas más.
Pero bueno, para hacerles el cuento corto, resulta que de la nada y en horas de la madrugada, en casa de su vecina María comenzó a salir un chorrito, por lo que tuvieron que pegar una carrera para buscar los tobos y los botellones y así aumentar la reserva.
Con todo y el estilacho que estaba portando ese día, me puse a ayudarlos a cargar esos tobos que sin decirles mentira, se me hicieron bastante pesados.
Al cabo de unos minutos comenzó a llegar la gente y yo ya estaba emparamado. Francamente, lo que uno debe hacer con tal de ayudar a un buen amigo.
La parte bonita de la historia es ver como la solidaridad de mi gente se viene haciendo notar. Se siente bien saber que a pesar de cualquier dificultad seguimos dispuestos a tenderle mano a todo el que lo necesite.
Pero ya está bueno, sería prudente que el gobernador o el alcalde vayan y los visiten para que también carguen algunos tobitos o les ofrezcan soluciones.