Luis F. Colmenáres | LA PRENSA DE LARA.- La solidaridad y el trabajo mancomunado han acaparado el protagonismo en comunidades de Río Claro, al sur de Barquisimeto, tras el paso de las fuertes lluvias que dejaron un amplio número de familias afectadas. Si bien sus habitantes denuncian poca atención gubernamental, reconocen que diversas asociaciones, vecinos y algunas iglesias se han unido para tenderle la mano a quienes perdieron sus viviendas y pertenencias en medio del aguacero que arreció durante la noche del pasado 9 de octubre.
Comida y ropa usada, pero en buen estado, son algunas de las donaciones que han llego a sectores de Guayamure como Palo Negro, Bombón y Bomboncito. A estas manos caritativas se han sumado médicos que recorren casa por casa para brindar atención gratuita a quienes hoy día sobreviven en completa vulnerabilidad.
«Aquí hubo muchos dañ;os. Hay productores que no encuentran como movilizar sus cosechas y hasta ahora no le han buscado solución a nadie. Le hacemos un llamado al Gobierno para que solucionen esto, porque ellos no se pueden atener a que las iglesias y las fundaciones nos ayuden. Ellos están colaborando, pero eso es trabajo de los gobernantes. No es posible que solo se dejen ver cuando buscan votos», expone Noelia Alejo, habitante de Palo Negro, quien dice que Guayamure es una zona que a lo largo de la historia ha permanecido ignorada por el Estado.
Algunos habitantes, han tenido que recurrir a la autogestión e intentar reparar los dañ;os por sus propios medios. Tal es el caso de Nelson Daza, quien vive en una colina de Bombón. El deslizamiento de la tierra tumbó los muros de la parte de atrás de su casa dejándolo sin habitación para descansar, además la fuerza del derrumbe se llevó parte de la siembra que tenía meses trabajando.
Nelson tuvo que desarmar un gallinero para reutilizar las laminas de zinc y levantar una construcción que le permitiese resguardarse del sol y del frío.
Aun con asombro cuenta que vio como el agua y la tierra se unían y en fracciones de segundo se llevó parte de sus cosechas de maíz, cambur, café y lechosa. Incluso, recuerda como un árbol de aguacate se deslizó colina abajo y se mantuvo erguido.
La situación para los habitantes de estos sectores se complica aún mas, pues carecen de agua por tuberías y solo dependen de los ríos o quebradas que los bordea, pero el paso de las lluvias dejó mucha turbidez, lo que los obliga a tener que hervir el líquido para poder consumirlo.
Para muchos será difícil borrar esos episodios que día a día invaden sus mentes y les recuerdan lo vulnerable que es el ser humano delante de la naturaleza.