Guaro Mirón | LA PRENSA DE LARA.- ¡;Por el aroma yo lo sé! Hace unos días decidí echarme una pasadita por Las Veritas y Altos de Jalisco, parte baja, al noroeste de Barquisimeto. ¡;Na guará!, tenía añ;ales sin asomarme por esos lares, ¡;cuánta falta me hacía el contacto con mi gente!
Pero bueno, mientras me iba acercando a mi destino comencé a sentir un tufo que ya reconozco a kilómetros de distancia. Y es que Barquisimeto ha pasado a ser un campo minado de cloacas colapsadas, en cualquier lugar hay una que aromatiza todo a su alrededor.
El pequeñ;o colapso de aguas negras que empezó desde hace al menos un añ;o se convirtió en una bomba de tiempo que con el pasar de los meses se apoderó de al menos 12 cuadras, hasta el punto de destrozar por completo una de las calles principales que conecta a ambas comunidades.
«Ya estamos cansados de oler pupú», comenta la señ;ora Hilda Rodríguez, quien comenta que la situación es tan crítica que ya ni comer pueden.
Es que ni siquiera yo, que sólo tuve una corta visita por el sector me salvé. La señ;ora Hilda me sirvió una taza con caraotas que sabían a gloria, pero la pudrición no me dejó disfrutarlas como me hubiese gustado.
Mientras yo comía aquel suculento plato llegó una caravana de gente que gritaba por ayuda. «¡;Ay, Guarito, al fin alguien se acordó de nosotros!», decían mientras me abrazaban.
Bueno, me puse a caminar por toda esa vía a la luna. De broma y me caigo de boca porque las corrientes de agua que se forman entre la lluvia y el colapso de las aguas negras es tan fuerte que ha acabado con todo a su paso.
Escombros y más escombros es lo que se ve por allí. El problema es tan grande, que ahora ni siquiera los vehículos pueden pasearse por el lugar, ocasionando que ahora ni puedan recibir visitas para tomarse un cafecito y echar cuentos.
Es que ¡;Na’ Guará! Con sólo ver las casas se evidencia lo terrible que se torna la situación cuando caen los aguaceros. Una línea marca el nivel del agua, y no les miento, es bastante alto.
Lo peor del caso es que en casa de mi nueva amiga, María Rea, ya ni el bañ;o pueden usar. Esa pobre familia, de la que forman parte dos adultos mayores y un niñ;o, debe caminar varias cuadras para poder hacer sus necesidades, porque tanto por la poceta como por el inodoro brota el agua piche.