jueves, 21 noviembre 2024
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Gota a gota se agota el agua en Barquisimeto

Daniela Valladares | LA PRENSA.- En el primer trimestre de lo que va de año 2017 se han registrado 17 pro­testas y quejas de vecinos por fallas con el servicio del agua potable, así co­mo también del aumento de la tarifa en varias zo­nas del municipio Iriba­rren y Palavecino.

Los sectores como Ca­budare (Piedad Norte, El Amanecer, El Recreo, El Tamarindo, El Trapiche y El Amanecer), Los Tuli­panes, Brisas de Carorita II, El Vidrio, Veragacha, El Sisal, barrio 5 de Julio, 19 de Abril, Pavia y La Carucieña, son algunas de las comunidades que han tenido que soportar desde 15, 20 y hasta 30 dí­as sin el vital líquido.

Oswaldo Rodríguez, di­rigente vecinal de El Jayo parte alta, al norte de la ciudad, denuncia que la distribución siempre es­tuvo programada, es de­cir, dos días fijos a la se­mana les llegaba el agua por tubería, sin embargo desde hace más de un mes dejó de ser así para esa zona.

“Nos surtimos del pozo La Cañada y cuando el caudal está bajo nos ve­mos afectados porque lle­ga con poca presión o no llega nada y cuando eso ocurre no nos compen­san el día perdido, se convirtió en algo de suer­te”, cuenta Rodríguez, quien por la situación de­be gastar hasta 18 mil bo­lívares para llenar el tan­que de su casa a través de camiones cisternas y así palear la crisis que atra­viesan 370 familias del sector.

Roxana Escalona, resi­dente de El Tamarindo en Palavecino, explica que desde hace 6 meses desapareció el agua en 5 sectores de la zona. Can­sados de excavar en la tie­rra y de cancelar 3 mil bo­lívares por pipa de agua a los camioneros, solicita­ron apoyo a Hidrolara para que solvente la falla y les activen el pozo El Placer pero hasta los mo­mentos continúan espe­rando por respuesta.

En otros sectores como El 5 de Julio, al oeste de la ciudad, los vecinos de­nuncian que el líquido llega sólo tres veces por semana y 2 horas en la madrugada. Por eso el trasnocho forma parte de su cotidianidad ya que deben levantarse de ma­drugada para poder lle­nar algunos tobos y así asearse, preparar los ali­mentos y lavar lo esen­cial.

“Es poco lo que pode­mos resolver porque el agua no llega con muy poca fuerza, o sea un hili­to y uno tarda mucho es­perando que se llene un tobo”, narra Simón Álva­rez, vecino del barrio quien asegura que hace 6 meses la situación pinta­ba otros colores porque todos los días tenían el servicio y por más horas.

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