LA PRENSA DE LARA.- Para el profesor español Rodríguez Arana en el ejercicio del poder, la moderación, el equilibrio y la sensibilidad social garantizan en buena medida en una democracia y sobre todo en tiempos de dificultades, la consecución de uno de sus objetivos básicos: el bienestar de todos, que en el caso venezolano en uno de los fines más importantes del Estado, por así proclamarlo la Constitución de la República, lo que implica mejora en nuestras condiciones de vida en un marco de libertad y responsabilidad, por cuanto el uso del poder no puede ser una fuerza descontrolada.& ;
En un sentido político, la libertad significa la ausencia de interferencia abusiva o impropia de parte de terceros, incluido la del Estado, para desarrollar derechos políticos como, por ejemplo, el derecho a la manifestación pacífica, la que en lugar de ser protegida una vez que se materializa la misma es perseguida, infiltrada y saboteada. Esa interferencia o intervención ha dado lugar en países como el nuestro a un «capitalismo monopolista del Estado», como así lo denominara en su momento Vladimir Ilich Lenín, para explicar con ello no sólo la injerencia del Estado en la vida económica en calidad de regulador de precios de las mercancías o de agente diseñador de los procesos productivos hasta del sector privado, sino también en su rol de empresario, aunque sin resultados exitosos para la población ni menos hacer una clara rendición de cuentas, lo cual es un principio de obligatorio cumplimiento, aunque no se haga, ni se exija.
De otra parte, el profesor John Magdaleno aclara que la expresión autoritarismo sustituye a la de dictadura en donde una coalición dominante integrada por factores de poder que respaldan a un jefe único, violan normas, procedimientos y prácticas democráticas al confeccionar normas a la medida del poder. En los autoritarismos se evita por un tiempo y hasta donde les resulta posible, ser clasificados como dictaduras, porque la democracia prevalece sobre todo en el mundo occidental, y por eso aparentan serlo, aunque después decidan abandonar los principios que los llevaran al poder.
Por último, el poder más seguro es aquel que sabe imponer moderación a sus fuerzas, por tanto, no se debe encomendar a personas sin condiciones, ya que con ello devienen al poder personas fanáticas que tienden a la tiranía y como consecuencia negativa ocurre que se desprestigie la noble actividad de gobernar; asimismo, para el ejercicio del poder son necesarias una serie de cualidades para las que hay que estar «entrenados«.
Por: Julio César Hernández
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