sábado, 19 julio 2025
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Zona del crimen: celos implacables no perdonan a embarazada

Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Yulianny Tovar es la protagonista de una historia de amor que se transforma en muerte y en la cual no hubo titubeo de piedad, tratándose de una mujer embarazada. Ella compartió su vida con su esposo y su amor se cristalizó en su vientre. Los celos pudieron borrarlo todo, con una fría intención de acabar con la persona amada y arrastrando al fruto de esa unión, a 6 meses de gestación. Esa panza ya era de un volumen prominente, pero ni eso despertó la compasión del asesino, quien le propinó un disparo en la cabeza, el 17 de octubre de 2.019 y presuntamente cumpliendo un encargo de su esposo.

A casi 2 años de este vil crimen, los larenses no olvidan este hecho donde los celos fueron el detonante para acabar con la vida de esta joven de 23 años, quien vivía en Cabudare y en ese momento se encontraba en casa de una allegada a la familia de su pareja en el sector Doña Menca de Leoni en San Felipe, estado Yaracuy.

Solo de escuchar la noticia, erizaba la piel y despertaba tantas preguntas sobre esa determinación de creerse tan supremo, para eliminar a una mujer tan joven y que llevaba vida en sus entrañas. De allí, ya tendría un salvoconducto, pero presuntamente fue más poderosa esa obsesión paranoica enfermiza que no permite medir escrúpulos y llega a cegarse hasta cometer uno de los más viles femicidios.

Tovar ese miércoles se levantó bien temprano. Madrugó porque tenía previsto regresarse a Lara, luego de permanecer durante tres días en esa casa de una amiga de su suegra. Ellas viajaron junto a dos niños -de quienes no se especificó parentesco– porque tenían planificado resolver varias diligencias. Una estadía que inicialmente iba a ser más corta, pero se extendió un poco en el tiempo.

La maleta ya estaba casi lista, porque querían aprovechar al máximo ese día de retorno a su casa en Cabudare. Se encontraba la dueña del inmueble y su suegra, quienes tampoco se percataron de la entrada de un presunto delincuente. La fechoría estaba bien montada y el sujeto debía asegurarla antes de salir de esa casa. Él entró tan rápido y silencioso, que ni siquiera alertó a las señoras. Su objetivo estaba claro, no se podía distraer en sustraer algún objeto de valor. La orden era atacar a esta joven, con un disparo tan exacto que no permitiera abortar dicha operación.

Los cálculos se dieron a favor de esa mente criminal, que ingresa y entra hasta la sala de la humilde vivienda. Allí, tenía incauta a su víctima, a quien no le dio tiempo de reaccionar. No hubo una palabra, advertencia o amenaza. Ese segundo se silencio se terminó con el sonido en seco de la detonación. El hombre apunta, seguro de lograr su cometido. Se ignora si la joven intentó esconderse, pero lo cierto fue que acciona el arma y con la puntería hacia su cabeza. Ella recibe el tiro por detrás y dicho proyectil perfora el cráneo y sale por la frente.

Familiares y allegados a Tovar, también rumoraban que seguramente el victimario no tuvo el valor de mirarla de frente, teniendo a primera vista esa barriga tan desarrollada y que advertía, se trataría de un doble homicidio, porque no solo se trataba de la vida de la madre sino también del bebé, que de esperar otras 4 semanas, se tendría a una criatura prematura con todas las posibilidades para vivir.

El daño fue tan contundente que paraliza a la joven. No hubo ni un grito para clamar por auxilio, sino que se desplomó hasta caer lentamente en ese corto trayecto que unía a la sala con una de las habitaciones principales. Cae moribunda al piso, mientras su atacante huye sin el mínimo remordimiento de conciencia.

Solo el ruido de la detonación fue ensordecedor para la suegra y su amiga, propietaria del inmueble. Ellas salen corriendo, sin imaginarse lo que había ocurrido allí adentro. Ese tipo de ruidos es común pero en las calles de este sector, ante la actuación de delincuentes a mano armada. La escena sangrienta estaba justo en la entrada de ese cuarto, con Yulianny Tovar debatiéndose entre el angustiante desespero por respirar, mientras su cerebro ya había muerto y su corazón forzado apenas soltaba los últimos latidos. Su pulso cayó y también condenó a la falta de oxígeno para esa criaturita que crecía en su vientre.

El eco de aquellos gritos de las señoras fueron ensordecedores y aunque parece una larga historia, se trató de un intervalo corto e intenso de emociones encontradas entre el dolor, temor y la indignación por tanta crueldad, ante una mujer en un estado tan vulnerable. Una contradicción tan extrema, en esa etapa de la mujer donde solo demanda mayor atención y sobretodo, protección.

Los vecinos también escucharon esa detonación y prefirieron ser prudentes y aguardar porque se trata de un barrio peligroso. Una fama negativa que lamentablemente fue impuesta por los miembros de la banda de «Wilmer, el Bachiller» y pensaron que se trataba de un ajuste de cuentas entre hampones. Luego no dudaron en salir, ante los gritos de las mujeres y salieron a ver qué estaba pasando. Nunca llegaron a imaginarse que habían atentado contra la joven embarazada, esa que apenas habían conocido hacía un par de días y que solo conocían su procedencia larense.

Fue tanto el impacto, que luego las fuentes policiales de Yaracuy confirmaban el asesinato de Tovar, como el primer femicidio cometido en octubre en la región. Pero con mayor atención por tratarse de una mujer en avanzado estado de gestación.

Las comisiones policiales llegaron al poco tiempo. El cuerpo de la víctima fue trasladado hasta la morgue del hospital central Plácido Rodríguez de San Felipe, para la debida autopsia y así los familiares pudieran retirar el cadáver. Todos con el desespero para traer el cadáver para la cristiana sepultura en Lara.

El resto de la familia tampoco salía del asombro, así como clamaban por la justicia y aprehensión del esposo de la víctima. Lloran y reviven este episodio que terminó con la vida de Yulianny Tovar junto a su bebé.

Todo fugaz

La familia de Tovar jamás imaginó que ese viaje por corto tiempo a San Felipe, sería eterno para esta joven y que también truncó la vida de su hijo. La capacidad de asombro fue superada, al recordar que ella casualmente estaba acompañando a su suegra y con quien tenía establecida muy buena relación. Pero con su pareja, ese vínculo se iba desmoronando y sin sospechas que esas desconfianzas llegarían a tener ese tinte criminal.

Una balanza con dos valiosas pérdidas humanas, al considerar que se trataba de una joven con tantos sueños por cumplir y un compromiso maternal que nunca llegó a concretarse. Ella solo necesitaba de afecto y hasta protección.

Solo al pensar en su embarazo, invaden esas esperanzas frustradas de un bebé en pleno desarrollo y que lo acercaban a mayores posibilidades para vivir, con el debido cuidado y control médico. Una etapa en la cual la madre necesita más tiempo de descanso y es un tiempo muy bien aprovechado por ese retoño para su definición cerebral, además del comienzo de la maduración de sus pulmones.

Tovar vivía esta experiencia única, pero que empezó a nublarse con los reclamos y exigencias de su compañero sentimental. Un estado que ignoró la necesidad de tranquilidad para ella, cuando el bebé ya se aproxima a medir unos 30 centímetros y hasta puede pesar entre 400 a 600 gramos. Era tanto el avance que en este periodo y de acuerdo a la regularidad de la estimulación prenatal, ya el hijo puede hasta reconocer las voces de sus padres o de quienes acostumbran a hablarle en la panza.

Toda una etapa de regocijo y consagración maternal que fue arrebatada por los celos inescrupulosos de quien sembró esa semilla de vida en las entrañas de Yulianny. Así como la engendró, se creyó con el derecho a eliminarla. No entendió esa fase vulnerable y sensible de toda mujer, con el llamado al amor y hasta comprensión por las jugadas de un estado de ánimo tan cambiante.

Fue una historia finalizada en una cruzada violenta, donde la pareja de la víctima quedó bajo investigaciones por funcionarios del Cicpc de Yaracuy, con indicios de ser el presunto implicado en el crimen.

La imagen que salió a relucir en la prensa nacional, fue la de Yulianny tendida en el piso, como si hubiese estado asomada o intentaba entrar a la habitación. Un cuarto con la cortina enrollada en lugar de una puerta interna, la cama sin tender y con varias prendas de ropa sobre ese colchón. Al fondo, apenas intentaba colarse la luz del sol, entre una tela gruesa de improvisada cortina, tan desteñida como el fondo de la pared.

Imágenes grabadas entre los seres queridos de esta joven de 23 años, quien presuntamente fue sentenciada por su esposo. Ella era vida en esencia, solamente por su condición de embarazada. Esperanzas que se esfumaron en un viaje sin retorno, porque el regreso fue para su cristiana sepultura.

A 8 meses de embarazo no aguanta paliza de su esposo

Sus delicadas manos tenían varios morados y los mismos terminaban en la espalda enrojecida e inflamada. Fue tanto la fuerza imprimida sobre Giannelly Esther Pirrongeli Pumiaca de 23 años de edad, que entre el cuello y hombro se apreciaban rastros de la piel desprendida casi suturando, como si le hubiese asentado unos correazos. Ella tenía 8 meses de embarazo y el 23 de septiembre de 2.020 durante una discusión con su esposo Robert Gustavo Terán& ;Barrios fue golpeada brutalmente, muriendo en una clínica de Upata, dos días después de otro incidente que incluyó asfixia.

Este sujeto de 26 años no midió la fuerza y le dio una paliza al extremo a su pareja, que terminó necesitando atención médica por los fuertes dolores. Un cuadro que terminó de complicarse a más de 32 semanas de gestación, que ni siquiera sirvió para frenar la violencia de este hombre que golpeó y presuntamente hasta lanzó al piso a esta joven.

Los medios regionales difundieron esta lamentable noticia, con fotografías que mostraban a la víctima orgullosa de su maternidad. Una joven que acostumbraba a estar bien acicalada, cuidar su larga cabellera negra y de buen gusto al vestir.

Según el parte policial, la causa de la muerte fue por hipoxia severa debido a insuficiencia respiratoria aguda producto de asfixia mecánica. La joven vivía en el sector Nuevo México en El Callao, estado Bolívar.

La matan para quitarle bebé

Como si se tratara de una película de terror, fue engañada por una supuesta amiga que simulaba estar embarazada, cuando en realidad pretendía quedarse con su niña. Fue tan cruel que planificó matar a Yuleixis del Valle Valecillos Linares, una venezolana de 27 años que confió en su supuesta amiga, quien la asesinó a principio de septiembre de 2.020 y le extraen a la bebé en Villacarmelo, Colombia. Pero logran ubicar el cuerpo en febrero de 2.021.

El hecho supera cualquier guion, porque la implicada de 49 años se valió del cariño que le tenía la venezolana, quien también se creyó la farsa de su supuesto embarazo. Ellas entablan una amistad, porque la colombiana le ayudaba con ciertos beneficios de comida y hasta en algunos trámites.

Pero ese 8 de septiembre, la invita para ayudarla y la esperó con un sujeto. La asesinan, quedándose con la bebé y lanzando su cuerpo en una zona boscosa, cercano a una laguna.

 

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