«Pareciera como si se lo hubiese tragado el río», así familiares del adolescente desaparecido en Seboruco, sector El Azul el pasado 13 de junio, describen la crítica y desesperante situación que viven, una vez que el joven estaba buscando la pelota en las riberas del río Grita que minutos antes se le había escapado de las manos mientras jugaba con un amigo.
«Ellos dos estaban jugando a orilla de la carretera con la pelota. Pero en un momento de descuido la pelota cayó dentro del río y él salió detrás de ella. Andaba con un short azul, franela negra y unos zapatos deportivos» comentó la desesperada familiar.
A él presumen sus familiares lo presionaba saber que la esférica era de su hermanito menor y de perderse la pelota podía recibir un regaño de su padrastro.
Ante esta situación contaron que salió desesperado detrás de ella aguas abajo del Río Grita cerca de la capilla El Cristo y a unos 100 metros entre los arbustos y el agua que parecía estar a muy bajo nivel, él se desapareció.
«Él se fue primero a orillas de la carretera y al parecer ya la tenía visualizada pero al ver que la podía perder bajó unos metros a donde se encuentra el cauce del río y desde ahí no sabemos más nada»
El otro joven con el que jugaba comentó la familiar no lo acompañó porque en ese preciso momento lo llamaron para que fuera a almorzar.
Cuatro días de búsqueda
Desde ese momento, familiares, amigos y conocidos del joven adolescente quien abandonó sus estudios para ayudar en el hogar, no se supo más nada.
Llevan cuatro días buscándolo. Hasta a curiosos han ido sus familiares para saber del paradero del muchacho de quien hoy no saben si el río lo arrastró o entre su desesperada búsqueda infructuosa por el regaño que le iban a dar, escapó a algún lugar.
Una comisión de Protección Civil del municipio Seboruco efectuó una búsqueda a orillas del río Grita en horas de la mañana de este jueves, sin embargo lamentablemente no encontrada al menor.
Ayudaba a su familia
El adolescente según afirmaron los familiares habría abandonado sus estudios en el cuarto año de bachillerato para dedicarse a trabajar y así ayudar a su madre.
«Él iba a Colón con un verdulero a vender en el mercado y con lo poquito que ganaba ayudaba para la casa».
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