miércoles, 22 enero 2025
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Salud mental para la pospandemia

LA PRENSA DE LARA.- Con la salud mental, suele suceder lo mismo que con temas como los de la política, la religión o el amor; todos creemos conocer de lo que hablamos, sea por lecturas de diversos niveles de profundidad o por experiencias vividas u observadas. Pero ¿a que se hace referencia realmente cuando hablamos de enfermedad y de salud mental?, y no menos importante ¿Qué soluciones y alternativas individuales y/o colectivas, se plantean para estos problemas desde la concepción particular de cada individuo o sociedad?.& ;

No se pretende en este breve artículo dar respuestas a estas preguntas, pero si enunciar un conjunto de elementos que se deben tener en cuenta para elaborar una definición más ajustada a los tiempos actuales y por venir.

El concepto de salud mental más extendido es el que ha propuesto la Organización mundial de la salud (OMS), que la define como «un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y satisfactoria y es capaz de hacer una contribución a su comunidad». Una declaración de intenciones en principio positiva (ya que no se centra en la enfermedad) pero que a lo largo de los años y de las prácticas que han derivado de dicha concepción, ha evidenciado sus limitaciones y la necesidad de su revisión y reformulación.& ;& ;

En este sentido, es preciso reconocer que los modelos en salud solo existen en concomitancia con los sistemas económicos, políticos y sociales de la época histórica en los cuales se desarrollan; y que esa condición es una de las complejidades a la que nos enfrentamos a la hora de definir la salud, lo mental y desarrollar la praxis que le acompañara en los tiempos pospandemia que vendrán. .& ;

Se hace necesario entonces, como lo han propuesto las corrientes críticas de la modernidad, la medicina social y en particular la medicina social latinoamericana; romper con la idea de que la salud es «un estado». Tal comprensión implica que las personas están enfermas o están sanas, de forma estática, y que este estado solo cambia con la intervención de un especialista, único facultado para «curar». La salud y la enfermedad no es un «estar», es en todo caso un «ser», una manera de vivir, de «buen vivir«, en el sentido de procurar formas de existencia donde se garanticen condiciones de vida digna para todas y todos.& ;

La salud y la enfermedad forman parte de un proceso complejo que implica la participación de factores biológicos, psicológicos, sociales, históricos y culturales; donde la idea de curar y de «estados» de salud y enfermedad, no se corresponden con el continuum que todos hemos experimentado; donde salud y enfermedad se entremezclan y fluyen dinámicamente, donde más allá de la curación del experto, en la mayoría de estos tránsitos entre la enfermedad y la salud, lo que encontramos es el cuidado no profesionalizado, bien sea de uno mismo o de otros.& ;

Por esta razón, se hace imprescindible comprender la salud mental como un proceso dinámico y complejo de salud-enfermedad-cuidados; que no puede ser entendido y abordado desde una sola disciplina del saber y amerita la concurrencia transdisciplinaria de los equipos de salud y las comunidades.& ;

Así mismo, es imperdonable no reconocer a estas alturas, la vulnerabilidad económica, social y política de ciertos sectores y grupos (niños, niñas y adolescentes, ancianos, mujeres, la comunidad LGBTIQ+, migrantes, etc.) que han visto históricamente lesionada de manera distintiva su salud mental. Por lo que se hace necesario recurrir a los planteamientos teóricos, metodológicos y de las praxis que nos han legado el feminismo, las teorías o enfoques de género y el planteamiento de la interseccionalidad como herramienta para entender las inequidades y desigualdades de estos grupos vulnerables.& ;

Por último, es también inexcusable no visibilizar el fenómeno de la colonización de los saberes y praxis en las llamadas ciencias de la salud. Por décadas hemos intentado construir sistemas de salud copiados casi al calco de países y culturas ajenas a nuestros problemas y necesidades; y tal sometimiento cultural y del conocimiento, nos ha hecho inoperantes en las prácticas y poco creativos en la generación de saberes propios, alternativos, que respeten y valoren la diversidad cultural y la condición de vulnerabilidad, lucha y resistencia de nuestros pueblos.& ;& ;

Por: Gerardo Sánchez

*La Prensa de Lara no se hace responsable de las opiniones emitidas en los artículos, suyo contenido es de entera responsabilidad de sus autores*.& ;

 

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