domingo, 24 noviembre 2024
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Pacientes crónicos batallan con la enfermedad y crisis en el país

Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.– El calvario para ellos es progresivo. Así lo sienten pacientes crónicos ante la falta de políticas gubernamentales y apoyo permanente para lidiar con gastos que empiezan desde exámenes de laboratorios rutinarios de $20 a $60, donaciones insuficientes del Seguro Social y que obligan a buscar fármacos para quimioterapia hasta en $180. Una larga lista que también incluye tomografías a partir de $150, «parir» más de $1.000 para insumos por una intervención y ven inalcanzable más de $3.000 que oscila una sesión de radioterapias para pacientes oncológicos.

Dicho tormento es diario para quienes padecen enfermedades y requieren sus medicinas cada día. Los casos más frecuentes empiezan desde pacientes hipertensos y diabéticos, cuyos presupuestos a veces los llevan a sacrificar la dosificación completa, cuando hablan del Enalapril con la caja aproximándose a Bs 6 millones 500 mil, mientras la Metformina casi alcanza los Bs 12 millones. Solo un par de pastillas con ajustes progresivos que no pueden sostenerlas con los Bs 10 millones del recién aumento salarial.

Son dos patologías muy comunes, pero que de igual forma ameritan el cumplimiento de una dieta, que según la doctora Isabel Vásquez, debería empezar por los hábitos saludables al igual más vegetales, frutas, sustituir harina precocida por afrecho y otros que permitan sustituir el exceso de carbohidratos en la dieta de la mayoría de los venezolanos. Una medida que evita el riesgo de hipoglicemia, de niveles bajos y hasta puede mantener los límites de la tensión arterial.

Duro latigazo

Pero el golpe es más fuerte en aquellas patologías que ameritan de un control más especializado. A María Coroba se le quiebra la voz de tanto sentimiento e impotencia, cuando habla de esa agenda diaria que empieza por suplicar para poder surtir de gasolina. «¡El peor cáncer es batallar, con todo como un cáncer!», reclama como esposa de Alfredo Crespo, paciente de cáncer de recto de Yaracuy y que cumple la mayoría de su control en Barquisimeto. Su preocupación por esas reiteradas veces que debe pagar 20 litros de combustibles, esos que le han prestado para asegurarle el chequeo constante en Lara. «No damos para pagarla bachaqueada», precisa acorralada por tantos pendientes económicos.

Su esposo ha superado quimioterapias, un ciclo de radioterapias que en septiembre de 2.020 estuvo en $1.000 y actualmente ronda entre $ 3.000 a 4.000, con la presión extrema que se debe cancelar previamente la totalidad. En marzo de 2.021, fue intervenido en el hospital central Antonio María Pineda de Barquisimeto. «La atención médica fue muy esmerada, pero tuvimos que reunir más de $ 1.000 para los insumos y se refiere autosuturadora cortante, drenajes, catéter y hasta 18 pares de guantes.

La presión se acentuó por las limitantes en el Banco de Sangre del hospital lo que ameritó buscar los 4 concentrados de sangre del centro asistencial de El Tocuyo, municipio Morán. Otro gasto que abulta la preocupación frente a lo corto que se están quedando las rifas. «Uno se ayuda mucho con las colaboraciones, pero las rifas son tan concurridas y cuesta para venderlas», señala y precisa que apenas pueden llegar a recabar un aproximado de $25 por cada sorteo. Para no perder tiempo, optan por incluir solo 25 números y así poder culminarlo en menos tiempo.

Goteo latente

Los productos de comida, dulces y hasta colchones que han ofrecido, son donaciones. Una contribución que quita un poco de peso, pero Coroba sigue remando para no perder fuerzas y vende desde lo más sencillo que pueda, como pavitas desde su casa, porque ese respaldo con remesas por familiares o allegados en el exterior, dejó de ser tan considerable. «La situación está tan fuerte que quien pueda ayudar un poco más desde fuera, puede llegar a $ 20», lamenta de ese aporte mínimo que sigue sumando en ese río de campañas de colaboraciones. Cualquier granito suma en grande.

Para los exámenes deben disponer de un pote, porque empiezan por los de laboratorio que salen a partir de $ 20 para saber sus niveles en hematología, glicemia en ayuna, plaquetas, creatinina, urea y otros. Mientras las tomografías ascienden a partir de $ 150.

No pasa por alto la desesperación de procurar los fármacos de alto costo para las quimioterapias y la dotación insuficiente del Seguro Social. «Desde agosto de 2.020 toca comprar la mayoría de estos medicamentos. Solo la Capecitabina se consigue en $ 180», señala de esta caja de pastillas y el paciente consume 4 diarias.

No se escapan

Dicho desgaste de la calidad de vida, no deja por fuera a quienes dependen de un riñón artificial a través de las diálisis. Lo recalca Héctor Colmenares, presidente de la Fundación «Amigos del paciente renal», con el clamor de que «los pacientes crónicos debemos pedir a Dios, que nos cubra con su manto». Lo califica como un calvario diario por conseguir las medicinas, al punto de escoger entre la otra prioridad, como lo es alimentarse.

«El gobierno señala que aporta los medicamentos, ¿pero sí se cumple?», reclama cansado de exigir algo tan básico como las 13 ampollas de vitamina B 12 al mes, de las cuales el Seguro Social a veces asegura solamente 3. Necesitan una por cada diálisis y el costo ya ascendió hasta a Bs 15 millones solo por 3 unidades.

La falta de dicho medicamento terminaría de condenar a una discapacidad a corto plazo, que empezaría a corroer desde las dolencias de cintura y una fragilidad tan acentuada en el sistema óseo, que los condena a desplazarse en sillas de ruedas. Un inicio evidente que empieza a sentir Colmenares al mantenerse en pie sostenido de un bastón.

Es un viacrucis reflejado en el rostro de desesperación de los familiares de estos pacientes, quienes abandonaron sus trabajos y lidian con estas dificultades.

 

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