Guaro Mirón | LA PRENSA DE LARA – ¡Ay mis panas! Si les contara todo lo que me tocó vivir la semana pasada. Resulta que decidí pasar unos días en casa de unos amigos que viven en el sector La Esperanza 1, al oeste de Barquisimeto, pero ni se imaginan lo que tuve que hacer durante mi estadía allá.
Para hacerles el cuento corto, llegué un miércoles y todo se mantuvo dentro de una «normalidad relativa». Ahora bien, lo bueno comenzó el día jueves, resulta que cuando busqué mi tobo y mi perolita para echarme una agüita, me topo con que en el tanque solo quedaba aire ¡Qué barbaridad! Al preguntarle a mis panita qué fue lo que había ocurrido, me salieron con la sorpresita de que todas las semanas pasa lo mismo y les toca salir religiosamente cada viernes a buscar el vital líquido a orillas de la vía principal.
No quedaba de otra, me tocó ayudarlos y me comprometí a acompañarlos. Puse la alarma a las 4:00 de la mañana, me levanté, monté los botellones y los tobos en una carretilla y bajé con unos compinches a comenzar a nuestra jornada.
Allí nos reunimos y terminé de escuchar las historias. ¡Na guará! Resulta que en los 20 años que tiene la comunidad de fundada, nunca han tenido el lujo de recibir agua en sus casas.
Continuaron contándome que la única manera de no andar cargando tobos es pagando a camiones cisternas que cobran 1 dólar por pipa, y todos estamos claros en que la masa no está para bollos y no todo el mundo pude disponer de esa cantidad de dinero.
«Guaro, de pana que esto es fuerte, ya no se pude vivir así. Esto nos tiene reventados» me dijo mi buen compañero Alfredo Evíes mientras varios gotas de sudor caían desde su frente.
De pana no imagino lo duro que debe ser tener que vivir en esas condiciones, hasta siento que saqué un poco de músculos cargando todos esos litros de agua hasta la casa.
Hombres, mujeres y hasta niños tienen la obligación de batallar contra la escasez del servicio de esta manera. No hay tiempo para el cansancio, ni clemencia pues como decimos acá «la necesidad tiene cara de perro».
De verdad que ya viene siendo hora que algún ente competente o alguna autoridad del estado Lara como el gobernador Adolfo Pereira o el alcalde de Iribarren, Luis Jonás Reyes se den una pasadita por el sector o por lo menos manden un «Plan Cayapa» que les distribuya el líquido que es tan esencial para que los vecinos desarrollen todas las tareas del hogar como cocinar, limpiar y bañarse.