Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Gratitud y conciencia fueron los motivos que inspiraron a la Fundación Sólo faltas tú para organizar el concierto de gala por el Día Mundial del Autismo que superó expectativas. El aforo ascendió a 800 personas, incluyendo a diplomáticos y tuvieron que ofrecer doble función en el Gran Salón de Lidotel. Eran 200 músicos en el escenario y algunos con discapacidad demostraron que con las melodías superan las dificultades físicas y espirituales.
La ciudad se unió a la celebración y las escaleras del Monumento del Obelisco tenían estampada una mano entre mosaico de colores llamativos por la integración del ser humano, sin importar las diferencias y las luces intermitentes eran de color azul, por ser el representativo del autismo. Directivos de la fundación se dirigieron hasta allá, luego de culminado el concierto.
Las palabras de la presidenta, Angélica Torres, fueron de agradecimiento por el valioso apoyo de las alianzas, que al reconocer la diversidad humana se entiende que se puede ser feliz con autismo, más no a pesar de él. Aplaudió el talento de músicos, que más allá del diagnóstico vencen las barreras invisibles, esas que suelen empezar por los prejuicios.
La animación estuvo a cargo de Andrea Martusciello y la doctora Julaymargod Martínez, quienes compartían reflexiones contundentes acerca de la verdadera integración para las personas con esta condición. Además de anunciar el repertorio del Coro de Manos Blancas, la Orquesta Sinfónica Juvenil de Lara (OSJL) y el ensamble de percusión. Recordaban evitar los aplausos tradicionales, siendo en lenguaje de señas y así evitar incomodar a músicos, algunos jóvenes del Hogar de Niños Impedidos (Honim) y demás asistentes con cierta discapacidad.
El ensamble de percusión dirigido por Sarahit Delfín abrió esta gala con el romanticismo de la pieza «Te quiero», que sólo dejaba escapar el repicar de la batería, mientras el órgano estuvo de solista con ciertas intervenciones del xilófono. El público cerró los ojos y se conectó con la segunda pieza de Elvis Presley «No puedo evitar enamorarme«, desde el atinado xilófono que fungía como protagonista. La despedida fue de efervescencia con la salsa de Rubén Blades, tanto así que el público insistía en otra pieza.
Una de las sorpresas fue el director invitado de la OSJL, Juan Luis Díaz, quien desbordó la energía con «Danzón II». El dominio de este niño sorprendía, porque al instante ya despertaba los ánimos desde la fila de violines con una entrada sublime y que luego iba sumando más emoción. Su entrega era total y se apreciaba en la fuerza de la batuta, junto a sus movimientos corporales inspirados en esta pieza. Luego le correspondió a Noel León dirigir el resto del repertorio.
El Coro de Manos Blancas a cargo de Luis Chinchilla y María E. Prieto esparció la espiritualidad del Ave María, para luego lograr la transición al merengue «Los dos gavilanes», con el lenguaje de señas que iba al ritmo acelerado del trabalenguas. Regresó Noel León cautivando con «Ensoñación», «Como llora una estrella», «Alma llanera» y «Venezuela», fue tan emotivo que miembros del Coro de Manos Blancas se despidieron alzando el tricolor nacional.