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lunes, 8 diciembre 2025
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La arquitectura se vale de la neurociencia para innovar

La arquitectura ha dado un salto más allá de la estética. A través de la neuroarquitectura, cada espacio sea una casa, plaza, hospital u oficina la diseñan pensando en cómo influye en la mente, emociones y el comportamiento humano. Es una disciplina que une la arquitectura, neurociencia y psicología.

Para la arquitecta Bethina Severino, una de las pioneras de la neuroarquitectura en Venezuela, los espacios bien diseñados pueden transformar la vida cotidiana.

«Puedes llegar a un restaurante y decir ‘esto es bello’, pero si ataca tu cuerpo y no lo sabes, sientes ansiedad sin entender por qué», explicó Severino durante una entrevista con LA PRENSA.

Los colores, la iluminación, las formas y la disposición de los objetos generan reacciones en el sistema nervioso que generan calma, creatividad y felicidad, es por esto que la arquitecta advierte que todo diseño hecho con intención puede generar un cambio positivo, abrazando a la humanidad.

La neuroarquitectura es una disciplina «joven», según explican estos profesionales y hay quienes la aplican por intuición, en el hogar, los hospitales y las ciudades. Esta nueva mirada propone que nada es neutro, el entorno se procesa emocionalmente, aun cuando las personas no sean conscientes de ello.

En el área de la arquitectura de la salud, la neuroarquitectura ha marcado un antes y un después. La arquitecta, Alessandra Rangel, dijo que durante décadas se replicaron modelos de hospitales masivos que hoy se sabe no favorecieron la sanación.

«Estos espacios atienden, pero no sanan. Estudios en neurociencia han demostrado que el estado emocional del paciente influye directamente en su capacidad de recuperación», comentó Rangel.

La técnica de la neuroarquitectura para sanar también ha evolucionado. Para que un paciente camine en un espacio pensado para personas neurodivergentes o para mitigar el riesgo de alzhéimer, trastorno cerebral irreversible que destruye lentamente la memoria.

Para Severino, algunos centros médicos han comenzado a cambiar su pensamiento. En el caso de pediatras, tratan que la experiencia de ir a una consulta sea menos traumática. Además, la disciplina puede aplicarse en entornos de aprendizaje para mejorar la atención y la memoria en los niños o para definir las características que debe tener un hospital para promover la recuperación de los pacientes y optimizar el trabajo de los profesionales de la salud.

Severino ha estudiado esta técnica y ha conocido expedientes en los que se ha probado, por ejemplo, que el rendimiento de los trabajadores aumenta de forma exponencial en un ambiente que mejora sus habilidades cognitivas, capacidad de concentración y disminuye los niveles de estrés y ansiedad.

La experta destacó que los edificios saludables no solamente son aquellos que emplean materiales beneficiosos para el entorno natural y el ser humano. «Al tener espacios sanos es menor la cantidad de personas que piden reposo».

Esto también se ha extendido al comercio, al diseño interior y a los espacios urbanos, la iluminación excesivamente blanca, la falta de ventilación natural o el uso indiscriminado de vidrio generan estrés, irritación cerebral y rechazo inconsciente.

En el urbanismo, los errores de diseño también pasan factura. Rangel advierte que los edificios con vidrios reflectivos intensifican el calor, deterioran la vegetación y expulsan la vida del entorno. Indicó que la accesibilidad universal es otro de los pilares que hoy acompañan a la neuroarquitectura y que hay espacios sin rampas, escaleras mal diseñadas o aceras deterioradas que no sólo excluyen a personas con discapacidad permanente, sino también a quienes atraviesan una discapacidad transitoria.

Cristóbal Mendoza, arquitecto y especialista en urbanismo, resaltó que el diseño de calles, plazas o el espacio público va a influir directamente en el bienestar de los ciudadanos y que la primera de ellas es el orden, porque al tenerlo hay maneras de identificar las formas de ubicarse y de dirigirse haciendo que la persona se sienta a gusto.

Mendoza agregó que al igual que una casa, las ciudades, aunque tienen otras escalas, pero también tienen luminarias, bancos, papeleras y elementos que son utilitarios y al mismo tiempo ornamentales.

«La sensación de descanso y bienestar al contemplar la naturaleza, desde el orden y el disfrute, se aprende y se aprovecha en cada espacio y para esto estamos aplicando la neurociencia», comentó el especialista Mendoza.

La neuroarquitectura, según coinciden los especialistas, no es un lujo ni requiere necesariamente grandes inversiones. Más que tecnologías exige conciencia desde la etapa inicial del diseño, sobre cómo entra la luz, cómo circula el aire, qué colores predominan, cómo se orienta el usuario dentro del espacio, qué estímulos recibe su cuerpo de forma constante.

Severino agregó que en un país en el que el crecimiento urbano ha sido improvisado, la incorporación de estos principios representa un desafío, pero también una oportunidad. Diseñar pensando en el cerebro implica comprender que el entorno no sólo se ve, se siente, se procesa y se recuerda.

En la actualidad, aunque Venezuela da pequeños pasos con esta técnica, la arquitectura transita una etapa de transformación y aunque no es nueva en el mundo porque comenzó a formalizarse en 1998 con el trabajo de los neurocientíficos Fred H. Gage y Peter Eriksson, quienes descubrieron la capacidad del cerebro de generar nuevas neuronas en respuesta a entornos estimulantes, ahora también los profesionales pueden evaluar por su capacidad de generar calma, seguridad, creatividad y bienestar.

A esta visión se suma el trabajo desde la psicología ambiental. Elías González, psicólogo y docente universitario, ha llevado la terapia a los espacios abiertos a través de caminatas estratégicas en plazas, parques y hasta playas.

El enfoque del psicólogo González se basa en que el movimiento, la conservación y el contacto con entornos naturales reducen la ansiedad y rompen resistencias emocionales.

«Vivir o tener contacto con espacios azules y verdes mejora los niveles de estrés. Los espacios públicos deben dejar de percibirse como amenazas y convertirse en lugares restauradores», comentó González.

Con el tiempo, al unir la neurociencia y la arquitectura mejorará el bienestar cognitivo.

Yohany Albornoz, la arquitecta que diseña para el cerebro

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La arquitecta está convencida que el diseño puede influir en la mente / Foto: Cortesía

«La forma en la que entra la luz por la ventana puede acelerar la recuperación de un paciente», sostuvo la arquitecta venezolana, Yohany Albornoz, especialista en neuroarquitectura radicada en Estados Unidos. Lo dice con la serenidad de quien ha visto cómo el diseño incide directamente en la salud física y emocional de las personas.

Para Albornoz, el sonido, los olores, la luz, el tacto y hasta la ventilación influyen en cómo el cuerpo reacciona ante un espacio.

«Si existe una sobrecarga de estímulos sensoriales, también se produce una sobrecarga cognitiva. El cerebro gasta energía tratando de entender todo lo que sucede alrededor y eso genera un estrés leve, pero constante», dijo Albornoz.

La arquitecta indicó que este fenómeno se percibe con facilidad en plazas, edificios o áreas públicas, donde se abusa de los colores, las formas o los sonidos. «Muchas veces por gustos estéticos se crean espacios caóticos sin considerar el impacto que esto tiene en las personas. El balance es clave para que todos, incluso quienes son más sensibles, puedan sentirse cómodos».

Tocada por el arte

Albornoz creció tocando violín con El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, contó que eso despertó su sensibilidad por cómo un espacio puede impactar y eso la motivó a estudiar Arquitectura en la Universidad Central de Venezuela (UCV).

Luego de graduarse, estuvo presente en proyectos culturales y pasó a trabajar luego con El Sistema creando espacios para los músicos en Caracas y también realizaron otros proyectos nacionales. Se especializó en Acústica Arquitectónica y Medioambiental en la Universitat Ramon Llull de Barcelona, España.

En 2014 decide emigrar a Estados Unidos. Comenzó a estudiar la neurociencia y cómo aplicarla en la arquitectura.

Después de 15 años de experiencia en su área, la arquitecta creó @Descubrelaneuroarquitectura, espacio que ha sido para aprender cómo los espacios influyen en la mente y decisiones de las personas.

Albornoz dijo que la neuroarquitectura no implica grandes presupuestos.

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