Obtener dinero en efectivo en Venezuela se ha transformado en una odisea logística debido a la severa contracción de la infraestructura bancaria. Si bien la tendencia global se inclina hacia la digitalización, el caso venezolano muestra una reducción de agencias y equipos mucho más agresiva que el promedio mundial.
Actualmente, el país dispone de apenas un cajero automático por cada 7.000 habitantes, una cifra que evidencia el desmantelamiento progresivo de la red de servicios financieros presenciales.
Las estadísticas del Banco Central de Venezuela (BCV) confirman una caída sostenida en la disponibilidad de estos equipos. En 2015, la banca nacional contaba con una red robusta de aproximadamente 10.500 terminales; sin embargo, para este 2025, la cifra ha descendido dramáticamente a 3.994 cajeros operativos en todo el territorio.
Esto representa una disminución del 62% en los últimos diez años, reduciendo al mínimo las opciones de retiro para la ciudadanía. La brecha con los estándares internacionales es alarmante: mientras el Banco Mundial sugiere un promedio de 60 cajeros por cada 100.000 habitantes, Venezuela apenas alcanza los 14 equipos por cada 100.000 personas.
Pocas unidades de cajeros no se deben a la digitalización
El origen de este fenómeno no es una estrategia de modernización planificada, sino las consecuencias de una difícil situación económica que hace que el mantenimiento de la infraestructura física fuera financieramente insostenible para las instituciones bancarias, forzando el retiro masivo de unidades.
Aunque esta situación aceleró la adopción de pagos electrónicos, dejó un vacío crítico para sectores que aún dependen del efectivo, como el transporte público y las transacciones en zonas con conectividad deficiente a internet.
La escasez de efectivo se agrava por una distribución geográfica profundamente desigual de los pocos equipos restantes. Según datos de Telecomunicaciones360, existe un marcado centralismo bancario: la Región Capital acapara 1.205 cajeros, mientras que el interior del país enfrenta un panorama desolador. Los Andes cuentan con 551 unidades y la región de Guayana solo con 225.
La situación más crítica se vive en la Región Insular, donde la población y el turismo deben subsistir con apenas 105 cajeros automáticos operativos, dificultando la dinámica económica diaria.