Segundo Antonio López Quiñones, apodado «El Sheriff», no necesitaba una placa para hacerse sentir y con su voz de mando mantuvo en zozobra a varias comunidades del oeste de Barquisimeto. Este hombre inició su carrera delincuencial a los 26 años de edad y hasta llegó a ser uno de los líderes del Internado Judicial Barquisimeto, conocido como la cárcel de la 13.


«El Sheriff» no solo robaba, sino que también asesinaba. Era el año 1971 cuando su nombre quedó plasmado en un expediente porque no canceló en un bar lo que consumió, y aunque fue arrestado, no duró mucho tiempo tras las rejas.


Un año después, tras un robo, trató de hacerle creer a los funcionarios de la Policía Técnica Judicial (PTJ) que llevaba en sus manos un arma de verdad y al apuntarlos, los uniformados de inmediato le dispararon en una pierna. Para ese entonces permaneció detenido por un mes.
Las andanzas del delincuente continuaba, los atracos que cometía lo hacía solo, aunque era capturado, no duraba mucho tiempo en las dependencias policiales.
No fue sino hasta abril del año 1993 cuando, acompañado de otro criminal, atracaron una frutería en el barrio San José y cargaron con 250.000 bolívares, que para ese año eran aproximadamente 3 mil dólares.
El propietario del local formuló la denuncia y los funcionarios iniciaron las investigaciones, pero no lograban dar con el responsable. Luego de 4 meses, el señor estaba leyendo el periódico y observó que la PTJ divulgó fotos con rostros de una banda de atracadores que habían sido detenidos y faltaban otros por capturar.
La víctima cuando observó detenidamente los rostros, identificó a «El Sheriff» como uno de los que robó en su frutería y fue así como los tribunales procesaron la denuncia del atraco y le dictaron auto de detención y el hampón fue recluido en el Internado Judicial de Barquisimeto.


El Sheriff era el que mandaba
A medida que pasaban los meses, «El Sheriff» se hizo líder en la reclusión y llegó a tener reos a su mando.
El hombre hasta tenía una banca con la que vendía lotería. En el recinto, los detenidos no podían hacer nada si no era él quien les daba permiso.
«Él era el que mandaba, era la voz en ese internado», así lo recuerda un exrecluso de la vieja cárcel de Barquisimeto que llamaban la 13.
Este ex reo contó que lo apodaban «El Sheriff» porque era el «encargado de hacer cumplir la ley y mantener el orden del penal», así como si se tratara de un oficial de Estados Unidos.
Aunque otros también aseguraron que lo llamaban así porque se la pasaba en comisarías al ser arrestado.
Este hombre seguía cometiendo sus fechorías, aún cuando estaba recluido en el penal. En ese recinto se movía la droga y hubo incontables peleas entre reos, que también terminaba con escenas sangrientas y hasta con homicidios.
El excelso contó que ese recinto era un «pueblo sin ley» porque no había un orden por parte de las autoridades gubernamentales, lo que le generaba más poder al líder delincuencial, que hoy en día se conoce entre internos como el «pran».
La estancia de «El Sheriff» se alargaba, pues estaba a la espera de una condena por parte del juez que llevaba el caso del robo de la frutería.


Fue el 20 de diciembre de 1993 cuando el doctor Jorge Elicer Mendoza, juez primero de primera instancia del estado Lara, lo condenó a 20 años de prisión por el robo a la frutería.
Se supo, para ese momento, que el juez tomó en consideración, el amplio prontuario que tenía «El Sheriff».
Este hombre, al conocer la sentencia no estuvo conforme, se llenó de odio y quería venganza, pues decía que eran muchos años de preso.
Quienes conocieron a este hombre aseguraron que la rabia lo carcomía y solo estaba ideando un plan de venganza, pero sabía que detrás de los barrotes le era un poco difícil.
Dos días después de recibir la condena se enteró de que el juez visitaría el Internado, pues era común que él visitara el recinto para dictar charlas a la población.