El abandono escolar y el distanciamiento social son consecuencias de un diagnóstico tardío de dislexia o de trastorno por déficit de atención (TDA). El pequeño siente vergüenza por las dificultades que tiene en la escuela o al momento de jugar, por eso decide encerrarse en su mundo y eso lo hace llevar una gran carga de problemas emocionales y psicológicos.
Marlys Naileth Corova, pedagoga especializada en atención a personas con discapacidad, resaltó que cuando el diagnóstico no es a tiempo es porque ni en la escuela ni en el hogar del niño se percataron de los síntomas que estaba presentando.
«Hay personas que cuando ya son adultos entienden lo que les pasaba cuando niños y las dificultades que pasaron porque no tuvieron un diagnóstico temprano. Eso puede afectar el potencial de los niños, sentir frustración por el fracaso y bajas calificaciones. Por eso es importante que desde casa, mamá y papá estén muy pendientes de los pequeños y consultar con los pediatras», comentó Corova.
La especialista detalló que en el caso de la dislexia se puede observar algunas señales en los niños tales como la dificultad que tienen para aprender sonidos de letras, confusión entre letras y números.
«La dislexia se detecta rápido porque se ve como los niños forman figuras al revés, escriben los números 3 y 6 al contrario, como volteados. En niños puede haber esta confusión, pero a partir de los 5 a 6 años de edad si eso persiste es posible que tenga dislexia», sostuvo la especialista.
Hace dos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que aproximadamente 700 millones de personas, equivalente al 10% de la población en el mundo, sufren de dislexia. Además, explicaron que esta afección neurobiológica es uno de los trastornos del aprendizaje más comunes y tiene origen hereditario.
Los riesgos del diagnóstico tardío
Una de las alertas que dio la pedagoga Corova es que si no se detecta a tiempo, este trastorno del aprendizaje de la lectoescritura podría llevarlos a tener retrasos en la escolaridad, además de presentar baja autoestima y pocas posibilidades de acceso a estudios superiores.
En el caso del TDA, Corova sostuvo que es un poco más difícil detectar a temprana edad y explicó que los niños hasta los 6 años de edad, siempre son muy curiosos y quieren estar jugando permanentemente, pero si se observa bien al pequeño, podrían percatarse que no culmina las actividades y desde los 8 años pueden ser desorganizados con sus cosas.
«Cuando un niño tiene TDA pasa que no tienen tiempo para culminar lo que hacen, es decir inician escribiendo la tarea del pizarrón y no la culminan», explicó Corova.
Además, en el caso de los niños con el trastorno de atención se puede observar que tienen torpeza motriz. La pedagoga indicó que esto puede pasar cuando se le cae las cosas o cuando no agarra bien la tijera.
Sin especialistas
Uno de los retos por lo que deben pasar las madres y que pudiese ser el principal problema de una evaluación tardía es que en las instituciones educativas, más que todo públicas, no hay especialistas y a juicio de la pedagoga puede que las maestras actuales no sepan como identificar estos trastornos.
Laura Igarra, presidenta del Colegio de Licenciados en Educación del estado Lara, comentó que actualmente en las instituciones públicas no hay psicopedagogos porque la mayoría están jubilados y otros han renunciado para trabajar de manera particular.
Para Igarra todas las escuelas deberían contar con unidades psicoeducativas, con psicólogos escolares y psicopedagogos, pero la situación ha hecho que desde hace más de cinco años los profesionales renunciaran para migrar a otros países.
Igarra destacó que cuando los docentes están preparados para detectar estas condiciones elaboran un informe con el diagnóstico y le aplican estrategias que pueden contribuir al mejoramiento de la condición en el niño.
«También lo pueden referir a un orientador o un psicopedagogo, con el compromiso de los padres de atender las indicaciones», comentó la profesora.
Sugehy Arambarrio, psicóloga, explicó que tanto en el TDA como la en dislexia se debe observar si hay síntomas intensos, constantes y frecuentes que afectan la vida de la persona. Destacó que se les debe fomentar la organización, la claridad, la comunicación y el uso de apoyos visuales, para eso es importante crear una red de apoyo escolar y familiar.
«Por ejemplo, en niños podemos usar la economía de fichas (técnica psicológica para modificar la conducta de los niños) la utilizamos mucho porque se describe la conducta que se quiere trabajar y lo que se espera cambie y un pequeño reforzamiento. Se alcanzan metas, es decir, cuando existe un reto y existe la posibilidad de lograrlo, les interesa y esto, en niños con TDA y TDAH, funciona rapidísimo», indicó Arambarrio.
La psicóloga sostuvo que no todo el mundo tiene la misma historia de vida y es por eso que no todos tienen el mismo transcurrir del trastorno o de la condición, es por esto que el trabajo que hacen los especialistas con cada niño, es personalizado.
Arambarrio detalló que en todo el proceso de evaluación y de tratamiento para los niños, se le da a los padres esas herramientas, su apoyo es muy importante.
Todos los casos se deben trabajar en conjunto y se deben implementar estrategias en casa así como en las escuelas para niños con TDA y dislexia, enfocándose en organización y adaptación de tareas, además de fomentar la autoestima en los pequeños.
Cada niño evoluciona a su ritmo en el aprendizaje
Una de las preocupaciones que más ha tenido Marlys Corova, especialista en atención a personas con discapacidad, es que hay padres y hasta docentes que incentivan a niños menores de 5 años de edad a que aprendan a leer y esto, a su juicio, es un grave error porque cada niño evoluciona a su ritmo.
«No es lo mismo cuando los niños aprenden las letras porque ha sido estimulado en casa y es su deseo, a que lo hagan en un colegio. Algunos ya están preparados para ciertos aprendizajes, pero otros no, a ellos hay que estimularlos a través del juego», comentó Corova.
La especialista indicó que puede ser contraproducente porque podría causarle una dificultad inducida, es decir un niño puede aprender a leer a temprana edad, pero puede experimentar dificultades con la lectura y escritura más adelante y todo podría deberse a que tiene dislexia. «Esto se tiene que frenar y estar muy alertas para evitar trastornos».
Solo hay atención especializada en centros privados
Otra situación que podría retrasar el diagnóstico y el tratamiento de niños con TDA o disllexia es que la mayoría de los especialistas trabajan en instituciones de salud privadas, lo que se les hace complicado a algunos padres que devengan un salario mínimo.
En Barquisimeto está la Fundación Larense de Ayuda al Incapacitado (FLAI), ubicada en el Centro de Medicina Física y Rehabilitación Dr. Régulo Carpio López del Hospital Central Antonio María Pineda y allí hacen terapias de lenguaje a niños; sin embargo, el proceso para conseguir un cupo podría demorar, pues al ser un servicio gratuito es muy concurrido.
La profesora Laura Igarra indicó que aunque en Venezuela no es obligatorio que en cada escuela existan psicopedagogos, especialistas en educación han dicho que es recomendable para poder evaluar y canalizar terapias y de ser necesario, que el infante sea llevado a neuropediatras.
«El problema no necesariamente es de la maestra que no evalúa al alumno a tiempo, el problema comienza desde casa y cómo los padres y madres deben estar al pendiente de los cambios que tienen sus hijos en edad temprana, las señales de estas condiciones», comentó la especialista.
Especialistas concuerdan en que sí es posible detectar a tiempo el TDA y dislexia.
Condición de por vida
Tanto la dislexia como el déficit de atención son una condición de por vida, pero se pueden controlar.
En el mundo existen muchos adultos que no han sido diagnosticado con dislexia y que a lo largo de la vida no entienden por qué tienen dificultades con la lectura, la ortografía y otras habilidades que son naturales para los demás.
«A veces son tildados de torpes o ineficientes en los trabajos, sin saber que lo que tiene esa persona es que son disléxicos y no tuvieron un diagnóstico en edad preescolar», comentó Flor Rodríguez, profesora jubilada.