miércoles, 28 mayo 2025
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Oficios como zapateros, tejedores y embolsadores están en riesgo de desaparecer

La transmisión de saberes en los oficios tradicionales hoy se desvanece. Los cambios en el estilo de vida y el creciente desinterés de las nuevas generaciones han relegado estas valiosas funciones. Oficios como el de zapatero, el lustrador de calzado o de quienes tejían con sus manos lencerías y prendas de vestir se pierden en el olvido, arrastrando consigo un importante patrimonio cultural y técnico.

Alexis Mendoza, un reparador de calzado con más de 30 años de experiencia en Barquisimeto, lamenta la ausencia de una «generación de relevo» a la cual transmitir sus conocimientos. «Los jóvenes están más interesados en las redes sociales, la tecnología y en ganar dinero de forma instantánea«, asegura con pesar. Para Mendoza, el desuso de estos oficios es evidente: «Hoy las personas botan un par de zapatos para comprarse otro porque les resulta conveniente».

Oficios como zapateros, tejedores y embolsadores están en riesgo de desaparecer

Mendoza, quien cada día se instala cerca del terminal de pasajeros de Barquisimeto, recuerda que hace una década una docena de zapateros remendones trabajaban en la zona. «Hoy solo quedan tres, quienes brindan un servicio de calidad». Su testimonio refleja una realidad innegable: la demanda por estos servicios disminuye y con ella la motivación para aprenderlos.

Estos oficios se ven afectados por la tecnología

Según la socióloga, Marianny Sánchez, las nuevas generaciones han crecido en un mundo digitalizado. Esto lleva a que muchos jóvenes consideren los oficios tradicionales como «pasados de moda» y poco atractivos. «Los jóvenes buscan empleos que ofrezcan remuneración rápida y estabilidad económica, algo que los oficios tradicionales no pueden garantizar», afirma Sánchez.

Frannelvys Castillo, una joven de 30 años que se dedica a tejer lencería y muñecos para bebés, detalla que el arte de tejer ha quedado relegado para las personas de la tercera edad, ya ni siquiera se imparten clases en las escuelas de oficios. «Yo aprendí a tejer a los 12 años gracias a lo que mi mamá y mi abuela me enseñaron, luego lo fui perfeccionando con tutoriales en las redes sociales porque no había academias que dieran un curso sobre eso. Uno quisiera impartir lo que sabe, pero no hay interés en las personas«, lamenta Castillo.

Oficios como zapateros, tejedores y embolsadores están en riesgo de desaparecer

Otra de las ocupaciones que se extingue es la de los embolsadores en supermercados, quienes organizaban las compras en bolsas y las llevaban hasta los carros a cambio de una propina. Juan Martínez es uno de ellos y labora en el centro de Barquisimeto. Afirma que «de propinas no se vive» y que necesita buscar otros ingresos para su sustento. Este oficio, aunque aparentemente menor, representa otro eslabón de la cadena de saberes y servicios que se rompe.

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