Los salones, patio y corredores del Centro de Historia Larense no sólo resguardan la memoria de nuestros antepasados. Según cuentan trabajadores y cronistas, espíritus o fantasmas que vagan sin descanso se pueden escuchar a cualquier hora del día e incluso pueden servir el café.
Carolina Carrasco trabaja en el lugar desde diciembre de 2024 en el área de mantenimiento, cuenta que a mediados de febrero, como todos los días, a primera hora los trabajadores que aún estaban esperando por la entrada para iniciar su jornada laboral, le pidieron uno de esos cafecitos que ella prepara. Carrasco se dirigió al salón lateral derecho de la casona, lugar donde está la cafetera y en el cual reposan los libros más antiguos.
En esta área trabaja Sol Gutiérrez, encargada del área de documentos. Ella no acostumbra a tomar café, pero ese día le sirvieron una “taza especial”.
“De repente escucho que Sol me dice: yo no quería café, pero ¿tiene azúcar?, y yo desde la cafetera le digo: no, no tiene, pero ya le voy a poner un poquito. Y me dice: este que me serviste. En ese momento, sentí como una brisa fría recorrió mi cuerpo, pues yo no le había servido nada porque aún la cafetera no había terminado de colar el café, intenté retirar la jarra, pero no pude. Yo le dije que ese café debía ser viejo, pero cuando toqué la taza estaba caliente”, cuenta.
La joven igual se tomó el café sin saber quien se lo sirvió. En el Centro de Historia Larense desconocen quién es el espíritu que ronda los pasillos; sin embargo, hay quienes creen que es un cronista que hacía vida en el lugar.


Inquieta por el hecho, Carolina salió a preguntar a la encargada si ella había entrado hacia donde estaba la cafetera, porque dentro no había nadie, y le dijo que no. Asustada por lo sucedido, le preguntó a cada una de las personas que estaban en el lugar y nadie lo había hecho. Desde ese entonces, dice que siente más “compañía” de la normal.
Carolina asegura que en el segundo piso del centro de Historia Larense hay un salón donde están los cuadros de personalidades del estado Lara, como Lisandro Alvarado y José Gil Fortoul, y cuando se entra al lugar se siente una fuerte presencia; de hecho, asegura que cuando entra a ese salón da los buenos días y pide permiso, aunque allí no haya nadie. “Yo sé que eso está solo, pero uno nunca sabe con lo que se pueda conseguir. Si se molestan, porque allí se les rinde homenaje”, dice.
Este no es el único hecho que se ha registrado en la casona del Centro de Historia Larense, pues según los trabajadores, funcionarios policiales que llegaron en los años 90 comentaron que durante sus guardias nocturnas los espantaban, sentían pasos por las escaleras de madera, gritos, bulla y sonidos extraños, a los que con el tiempo se fueron acostumbrando.
Y es que al entrar, a mano derecha en uno de los salones hay huesos de muertos. Según Ana Teresa Aranguren, cronista de la parroquia Tamaca y quien además trabaja en el Centro de Historia Larense, a lo largo de los años estos espacios sirvieron para resguardar los restos de las excavaciones que realizó el arqueólogo, Pedro Pablo Linárez, restos que están a la espera de ser trasladados hacia el Museo de Quíbor.


Esta casona donde funciona el Centro de Historia Larense, es de dos pisos, paredes blancas y altos ventanales de madera, está ubicada en la carrera 17 entre calles 22 y 23 de Barquisimeto, a un costado de la plaza Jacinto Lara. Su estructura lleva a quienes transitan por la zona al siglo XVI.
En este espacio funcionó el convento San Francisco hasta 1821 cuando fue clausurado. En 1835 se fundó el Colegio Nacional de Varones, en 1916 pasó a ser sede del orfelinato Dr. Gualdrón, hasta el 24 de abril de 1968, cuando fue decretado como Centro de Historia Larense, según registros del estado.
Además, en 1630 la sede fue parte del convento que iniciaba desde la carrera 17 hasta el final de la carrera 16, pero con el terremoto de 1812 perdió espacio.
Según un escrito que realizó Blanca Silveira, primera astrónoma venezolana, y quien fundó la Sociedad Astronómica de Venezuela capítulo Lara y vivía en la casa más antigua de Barquisimeto que está en la plaza Jacinto Lara, en 1850 lo que quedó del terremoto fue demolido y se construyó esta edificación con una segunda planta, allí sólo quedaron las leyendas que hay de restos enterrados en el patio de atrás, debido a que para la época dentro de los conventos y en las iglesias enterraban a sus feligreses.
Hay quienes aseguran que en estos espacios está enterrado uno de los primeros constituyentes de 1811 al igual que un fraile. Según un cuidador por donde está la carreta hoy en día, en el suelo había un rectángulo, por el cual se podía ver la urna de un fraile a través de una tapa transparente, pero uno de los arzobispos lo mandó a sellar; razón por la cual ahora se ve un recuadro diferente al piso de la casona.


Hacen visitas guiadas por el Centro de Historia Larense
El Centro de Historia Larense es una casona con patio central y uno trasero, está abierto al público para que pueda ser visitado y conocer de la historia desde el siglo XVI a través de los documentos que allí reposan. El personal está presto para hacer visitas guiadas.