Su calidad de vida depende de las diálisis y deben hacer cualquier esfuerzo para cumplirlas.
Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Pacientes renales que viven en parroquias lejanas de Iribarren o en municipios foráneos de Lara hacen sacrificios desde el pasado lunes para ir a unidades de diálisis en Barquisimeto por la falta de transporte público y del bus de Transbarca hospitalario. Algunos llegan por colaboración de conocidos y otros pagan hasta $10 por una «carrerita», para evitar el riesgo de descompensarse.
Gladis de Bello ayer esperaba a su esposo en la Unidad de Diálisis Barquisimeto, contó que el señor Otto no consiguió cómo trasladarse el lunes desde Sabana Grande, El Cují, y el martes por la noche se complicó. La taquicardia era incontrolable y la tensión arterial subió tanto que gritaba: ¡sáquenme al médico! Ella lamenta las consecuencias por falta de diálisis.
Son varios casos y en la mayoría influye la suspensión temporal del servicio de ruta hospitalaria para prevenir ataques a la unidad por cierre de vías, así como en otros pacientes que podían llegar en transporte público, pero estas busetas tampoco han trabajado. Se han enfrentado a intentos de paralizar la ciudad, cuando la salud de ellos depende de este tratamiento interdiario —que es obligatorio— para liberar toxinas al suplantar las funciones del riñón.
El esposo de Norma Yépez, quien anda en silla de ruedas, pidió el favor a un vecino para traerla a la unidad El Ángel desde el barrio El Tostao, parroquia Ana Soto. Agradecen la solidaridad, pero a veces les toca esperar hasta tarde por la disponibilidad del vecino para el regreso. «Es una ayuda gratuita y nos toca ajustarnos, así como pedir el favor a otros para evitar abusar de una persona», dice que lleva una década esclavizada al riñón artificial.
Alexander Rivero, de Bobare, no cuenta con $30 para una carrera y suele aprovechar el beneficio de la Alcaldía de Urdaneta a otros pacientes, pero a veces no lo prestan. Yinetsi González, de El Cercado, necesita $40 semanal para su traslado.
Son tantas situaciones, pero lo importante es resolver. Nancy Vivas aseguró un puesto a su esposo desde Yucatán, Tamaca, en un carrito que trae pacientes de Duaca y cobra $1. Ella no cabía y le tocaba resolver para llegar a la unidad de diálisis El Ángel.